La revolución tecnológica está llevando a la sociedad a un callejón sin salida, si no aplicamos urgentemente la consciencia. En el tema de dinero y los recursos (curiosamente el hombre es tratado actualemnte como en “recurso”) se ha producido una concentración de poder en muy pocas manos, y la inmensa mayoría vivimos en un papel meramente subsidiario, de peones anónimos y prescindibles, absolutamente.
En las últimas décadas, además, la concentración de poder es aún mayor. Cedimos o delegamos a principios del siglo XIX la capacidad de decisión de los comunales y pueblos al Estado y, por mor de nuestros trabajos asalariados, física o psíquicamente extenuantes, muchas de las responsabilidades que antaño eran del ámbito individual, familiar o vecinal. Incluso esta primera concentración de poder estata, ha crecido vertiginosamente con la “Globalización”, donde el Estado apenas decide ya nada, pues es subsidiario de otros ámbitos de decisión, conocidos o no, que deciden y dictan las medidas a tomar.
Ser conscientes del auténtico poder que tenemos los seres humanos, de que en nuestras manos está no solo las cargas de trabajo, sino, también, de que poseemos el talento para la utilización de una tecnología en “propiedad” de unos pocos.
Deberemos, por tanto, salir de esta inercia y despertar. Y recabar y recuperar esa capacidad de decisión delegada es, entiendo, el primer paso. Paso para el que estamos preparados (tenemos, como he dicho, los conocimientos, y también la conciencia suficiente) y que las personas que forman parte de las fuerzas de orden público deben comprender, para poder garantizar el equilibrio social.
El debate sobre el modelo de sociedad está ahí y, aunque se quiera blindar al terreno político, se está produciendo especialmente fuera. Los medios de comunicación tienen la responsabilidad moral de visibilizarlo.

Un buen slogan para transmitir a los niños/as y a los jóvenes en este curso escolar podría ser: “No aspirar a tener más, sino a ser mejores”

Y a partir de este lema que es una meta o un objetivo importante para toda una vida, en este periodo de comienzo de curso quiero dejar algunas indicaciones prioritarias como aportación para fomentar la mejora de la labor educativa en la enseñanza primaria y secundaria, dado el bajo nivel formativo que se alcanza como consecuencia de muchos factores socio-políticos entre ellos y como añadido actualmente la crisis: moral, económica y social que padecemos.

Para comenzar, me voy a apoyar en una frase que se pronunció en 1982 en una Asamblea que sobre Educación se celebró en México:

«En una sociedad que progresivamente ha ido pasando del “Homo Sapiens” al “Homo Consumens” promoviendo los valores que lo generan, la educación debe promover un nuevo tipo de hombre el: “Homo Serviens”, hermano de los demás, solidario de todos, que no aspira a tener más, sino a ser mejor, a desarrollar sus capacidades en servicio a los otros».

El Sistema Educativo Español, sigue controlado por el poder político en función de los intereses de los partidos. Esta situación lleva a la Comunidad Educativa a la confusión ya que ni los propios profesores tienen las ideas claras, porque cuando están intentando asimilar un “Cambio” ya se anuncia otro; pero todo hecho sin fundamentos claros y sólidos. Se realizan chapuzas, una tras otra; se parchea, parece que se quiere “distraer” el grave mal de fondo.

Nuestros políticos siguen haciendo oídos sordos a la evidente ineficacia educativa y al clamor de muchos profesionales que lo anuncian y a gran parte de la sociedad española que vienen exigiendo, desde hace muchos años, una reforma seria y global, ya que la visión que se transmite de la enseñanza actual es muy preocupante y los problemas son: evidentes, variados, diversos y delicados. Ya es hora de que se aparquen los intereses políticos y se resuelvan los problemas candentes de una educación que necesita cambios decididos y estructurales dado la baja eficacia: en cuanto a conocimientos, en cuanto a convivencia escolar, en cuanto al respeto y a los Valores Educativos.

Los “Valores Educativos” están bajo mínimos, podríamos decir que no existen, aunque es evidente que esos Valores en la política, en la sociedad y en la familia por desgracia tampoco existen.

Además hace falta insistir en un valor fundamental en este mundo de corrupción: El valor es la Honradez al que van unidos la rectitud, la integridad en las acciones y la búsqueda incesante: de la verdad, de la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Necesitamos personas con este perfil para que empujen a los demás con su ejemplo, con su testimonio y con su comportamiento insobornable.

Además de la honradez y de la honestidad hay otros Valores fundamentales para construir la estructura educativa pero de ello hablaremos en otro artículo para no alargarnos excesivamente.