El que yo sea ateo gracias muy especialmente a los mercaderes del Templo cordobés y su rebaño de lobos disfrazados de corderos; desde mi condición laica, respeto profundamente todas las creencias religiosas, auténticas y verdaderas.

Y por ello, felicito a Miguel Santiago, a los cristianos de base y a las comunidades cristianas populares; por hacer público valientemente, su oposición y enfrentamiento, ante el más que demostrado anticristianismo de la Jerarquía Eclesiástica y su particular y peculiar Iglesia Católica.

¡Muy bien. Así se hace!

Desde dentro, los auténticos, son los que deben expulsar de sus filas, a los farsantes.

Bien haría la izquierda política, en imitarles.

Porque todos los que callan, otorgan.

«Para que el mal triunfe, basta con que las buenas personas, no hagan nada.»

Rafael Bueno.

Córdoba.