Nadar y guardar la ropa. Es la manera habitual de actuar de la Iglesia Católica en España. “Realizar declaraciones de forma adecuada para los propios intereses y protegerse al mismo tiempo de las posibles consecuencias negativas” (Sic)

¡Señores Prelados!, todos tenemos el derecho de poder manifestar nuestras ideas, incluso las de orden religioso, pero para todo existen cauces y en España existe una Constitución que enmarca las formas legales de actuar al igual que la Santa Sede dicta las directrices a las que nos tenemos que someter libremente los católicos.

Léanse la Constitución y comprobarán que en ella se recogen las normas para cualquier iniciativa que a cualquier español se le ocurra presentar.

Léanse también los Libros Sagrados, en especial los Evangelios. La libertad y todo lo que la rodea debe respetar los cauces establecidos incluso para cambiar estos últimos.

Cada día, ustedes, Prelados, Pastores y Guías nos están enseñando, no el MENSAJE de Jesús, “La Verdad os hará LIBRES”, sino la prudencia interesada, es decir, como “NADAR Y GUARDAR LA ROPA”.

Ayer, sentado ante un pequeño altar solitario, pregunté a Jesús si no era ya el momento de volver a entrar en el Templo y expulsar a los fariseos.

Envidia da leer cierta prensa independiente, es decir, honrada con su profesión, y poder comprobar el origen de la “alegre financiación” de muchos deportes.

Los petrodólares inundan los despachos, las gradas de los estadios, los canales de radio, de televisión, así como los bolsillos de los cooperantes con el sistema.

La moralidad ha desaparecido de una sociedad consumista dominada por el deseo incontrolado del placer inmediato.

Los contratos y acuerdos profesionales, dominados por el férreo poder del dinero, subyacen sin capacidad de respuesta ni personal ni colectiva. Van y vienen con la vestimenta que impongan, al grito de los eslóganes generalistas que no se firmaron…

La respuesta es el SILENCIO COBARDE y la CEGUERA VOLUNTARIA por no querer ver el ORIGEN y la FINALIDAD de tanta y tanta financiación que esclaviza los valores de toda una Europa.

Hoy día lo que vale es PALPAR, GUARDAR… sin MIRAR, sin PENSAR, sin ANALIZAR…

Por todo ello, se admite llegar a final de mes gritando contra todo que se lleva dentro y asegurándose un millonario peculio por un contrato MEJORADO, sin necesidad de firmar.

Pena da llevar camisetas adornadas con nombres sin escrúpulos con tal de POSEER.

La realidad es, simplemente, un SILENCIO cómplice. SILENCIO de los deportistas, SILENCIO de las peñas, SILENCIO de las juntas directivas, SILENCIO de todos aquellos aficionados que, por encima de la moral, defienden colores pintados con PETRODOLARES cuyo origen es deber de cada cual averiguar.