Ya sabemos de la voracidad acaparadora anticristiana de la Iglesia Católica.

Lo vimos en Córdoba con Cajasur.

La casta política, más de lo mismo.

De hecho, comparten el mismo Dios: el dinero.

Por eso unas veces se quieren y otras se odian.

En definitiva, se “torean”.

Y entre el poder terrenal y el “divino” está ahora el negocio de la Mezquita.

Dice la Iglesia que tiene “bien guardaditos” documentos que demuestran su propiedad, pero que sólo los mostrará ante un Juez.

Pues bien, yo creo que no los tiene, y lo digo aquí y ahora.

Porque de tenerlos, los haría públicos.

Y lo creo como una cuestión de Fe, de algo para mí de momento, indemostrable.

Pero así lo creo.

De la misma forma que ellos, incapaces de probar la existencia de Dios, “dicen” creer en Él.

Y más les vale que no exista, porque como aparezca, algunos de la Iglesia van a desear ser tragados por la tierra.

Rafael Bueno.

Córdoba.