La IMPLANTACIÓN acelerada de las formas de relacionarse el ciudadano con los diversos ESTAMENTOS del Estado, así como con las entidades públicas y privadas, no ha tenido en cuenta que una parte muy importante de dicha ciudadanía no tiene, por diversas circunstancias ni conocimiento de las nuevas tecnologías ni muchos menos son poseedores de elementos informáticos, léase “ancianos”, “trabajadores de edad avanzada” y “mujeres, amas de casa”…

A estas personas se les obliga a utilizar CAJEROS AUTOMÁTICOS para cobrar su pensión o ingresar pequeñas cantidades en sus cartillas (debiendo conocer perfectamente el IBAN de sus cuentas).

A estas personas se les obliga, encontrándose ya en el Organismo correspondiente, a volver a su casa y pedir CITA PREVIA por INTERNET.

Estamos hablando, sobre todo, de personas MAYORES, sin ningún conocimiento de las técnicas avanzadas, (aunque generen más paro), de personas inseguras y por tanto expuestas a que cualquiera les robe, de personas con dificultades para moverse, etc.

Ahora, en estos tiempos modernos, seguimos diciendo, como antaño, “VUELVA USTED MAÑANA pero con CITA PREVIA”… Es decir “BÚSQUESE LA VIDA”.

Muchas actuaciones del día a día no pueden estar sujetas, PARA TODOS, al dichoso INTERNET…

Seamos más humanos… Más respetuosos con todos aquellos que han levantado este País… Seamos más amables, menos exigentes y MAS REALISTAS…

Todos los avances técnicos serán valorados si respetan a las personas que, generación tras generación, han hecho posible, con su trabajo, la NUEVA ERA.

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Cuando se habla de golpes de Estado, se suele mirar a los ejércitos.

Pero no siempre es así.

Un golpe es volver contra el Pueblo, las armas que éste entrega para ser defendido y administrado.

Por lo tanto, son muchos más los golpes protagonizados por las castas políticas y sus alrededores financieros, religiosos, monopolios, etc.

¿Acaso no es un golpe o terrorismo de Estado, la corrupción sistémica-sistemática, utilizar las leyes para cometer injusticias, anteponer intereses privados a los públicos, y despreciar los derechos humanos?

Y ahora viene la pregunta del millón: ¿A quién deberían defender realmente los ejércitos?

Yo pienso que siempre al pueblo, y nunca jamás a quienes lo oprimen y saquean.

¡Para que el mal triunfe, basta con que los buenos no hagan nada!

Rafael Bueno.

Córdoba.

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