Estimado director del Programa Tendido Cero, de RTVE-2,

En primer lugar, y como aficionado al mundo del toro, unirme a los sentimientos de esta gran familia, de los aficionados y sobre todo de la familia directa del maestro Víctor Barrio. En segundo lugar, manifestar mi satisfacción por el homenaje que, de alguna manera, se tributó al diestro en el programa emitido el pasado sábado día 16 de julio.

Pero el motivo de mi carta es mostrar también mi desacuerdo por la desafortunada comparación que se hizo en homenaje al Valor que tienen los matadores de toros, al hacerlo con el del empleo de Soldado. Aproximadamente se dijo que << … los toreros tienen Valor y los soldados, sin embargo, sólo “se les supone”>>.

Estoy convencido que no hubo malicia alguna en la intención del presentador, pero como militar y como español, me gustaría reclamar una rectificación o, cuando menos, una aclaración a lo que se quiso decir, aunque de una manera desafortunada, desde mi modesto punto de vista. Y, en todo caso, aclarar qué es el Valor, pero sobre todo, aclarar cómo se enfrentan al riesgo diariamente nuestros soldados <<sin que se les acredite el Valor>>. Precisamente por eso, por lo exigente de la vida y la condición militar.

Si no estoy equivocado, Víctor Barrio en el ejercicio de su profesión, ha sido el primer diestro muerto en la Plaza de Toros en este siglo, o sea en estos últimos 16 años; pero es posible también que no haya acaecido, afortunadamente otra desde 1987, la del colombiano José Eslava. Tampoco creo que realmente haga falta morir para demostrar Valor, ¿no se trata precisamente de vencer el miedo y diferenciarlo de la temeridad? Creo que todos los toreros y el personal que trabaja en el mundo taurino, enfrentándose a este bravo animal, poseen Valor. Pero no menos , que nuestros soldados que todos los días del año se enfrentan también al peligro y a la muerte, no sólo en las operaciones en que están desplegados a lo largo de todo el mundo, sino incluso en el día a día, en su continua preparación por si llega el momento.

Ejercicios de fuego real, disparándose todo tipo de armas, municiones y explosivos por encima de sus cabezas, en prácticas de buceo, saltando en paracaídas, enfrentándose a la maravillosa pero temible montaña, al mar, al fuego, en todas condiciones meteorológicas, de día y de noche, … Personalmente he tenido que vivir de cerca la de tres compañeros y subordinados, en distintas circunstancias, todas ellas en el ejercicio de su profesión. No sabría decir cuántos militares han muerto en el ejercicio de su profesión a lo largo de estos 15 ó 30 años, pero desde luego han sido muchos más de uno, intentando vencer el miedo y aquello a lo que la naturaleza e instinto le haría desistir a cualquier otra persona.

Sin embargo la repercusión mediática es mínima, escasamente mientras es noticia o se satisface el morbo, los homenajes en los medios de comunicación inexistentes, las comparaciones con otras profesiones nulas, y la entrega a sus ideales y sus convicciones totales. Por cierto, no vale la pena hablar de las comparaciones en cuanto a compensaciones económicas o materiales, la compensación del militar es la satisfacción del deber cumplido.

Muestra de todo ello son también los constantes ejemplos de entrega altruista en el día a día, en hechos que ocurren a su alrededor, en accidentes, catástrofes, actuaciones frente a amenazas contra mujeres y otros ciudadanos, rescates, etc que, raro es el mes (aunque no tenga repercusión mediática) no participa algún militar anónimamente, en su vida corriente. Son otras muestras del Valor <<demostrado>> aunque no <<reconocido>>, de nuestros soldados.

EL <<Valor se le supone>> efectivamente está en el ADN del soldado, lo que los soldados llaman el <<Valor reconocido>> va mucho más allá, incluso, que el entregar la vida por los demás.

Felicidades por su programa.

JMM.XL