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septiembre 2016

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DEBERES, PROGRAMAS, FAMILIA…

Publicado por , Posteado enOpinión

La experiencia no es, como se suele decir, madre de la ciencia sino, más bien, guía útil para mejorar cualquier aspecto de una sociedad y la “enseñanza”, sin duda, es un campo en el que las experiencias son los mejores filtros para mejorarla.

Diversos factores, a mi entender fundamentales a la vez que interrelacionados, nos ayudarían a llegar a un consenso positivo en el tema de los DEBERES EXTRA ESCOLARES.

Esos factores serían: el CUPO de alumnos por unidad escolar, el PORCENTAJE de alumnos inadaptados o con dificultades para el aprendizaje, la CONCILIACIÓN colegio-familia y   los PROGRAMAS o PLANES de estudio.

Asumiendo estas realidades, el problema de los deberes extra escolares debería situarse en un punto equidistante que entronque: La realidad y la estructura educativa, la convivencia familiar y el concepto de responsabilidad personal del alumno.

¿Qué hacer para compatibilizar los tres elementos?

Primero, cambiar el concepto “deberes” por el de “actividades educativas familiares” (AEF) y segundo, organizar o estructurar su contenido.

Personalmente propondría que las “actividades educativas familiares” se compongan, una primera parte, de LECTURAS de cultura general de no más de una o dos hojas, que serían leídas por los padres y los hijos y que se mantendrían durante el período escolar, utilizando para ello libros específicos, preparados a tal efecto y una segunda parte estaría dedicada a la EXPRESIÓN ESCRITA, mediante la redacción individualizada, es decir, alumnos y padres, en la que deberían expresar en no más de 6 o 10 líneas el resumen de la lectura del día y con una única condición: que las frases no tengan más de 8 palabras.

El concepto “deberes para el colegio” pasaría a ser “actividades de cultura general y expresión escrita” en el ámbito familiar, complemento compensatorio y corrector de los cuatro factores que están influyendo sustantivamente en la enseñanza.

Esta breve reflexión, un poco desaliñada, me gustaría fuera el inicio de un proceso de reflexión general sobre ese problema conocido como:

¡Cuántos deberes tienes, hijo mío!



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