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octubre 2014

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En la política si hay empleo

Publicado por , Posteado enOpinión

El peor lastre del país, lo constituye una casta política que en vez de pugnar por recuperar la prosperidad, apuesta por la ignominia de arruinar a la ciudadanía al solo efecto de favorecer el cobijo de sus enchufados.

Exceptuando  los escasos referentes  que hacen gala de solvencia y  honradez, si nos plegamos a  la realidad  de   los hechos,    no queda mas remedio   que  adherirse  a quienes desde la censura  sostienen por corriente  de opinión,   que en los últimos tiempos sólo se dedican a la política profesional, aquellos  que han  puesto de manifiesto no servir  para otra cosa; siendo por tanto esa prolífica  mediocridad  la principal causa de  la devaluación  de la auténtica función política, como también, la  motivación de que la misma  dejara de ser  una actividad decente para convertirse en una factoría incesante de sinvergüencería.

Los que  peinamos canas y en correspondencia  somos testigos de la historia reciente de  nuestro país, en el transcurso de estos años de «democracia»,   hemos  visto transitar por el circuito político a infinidad de personajes de toda casta, si cierto es que entre todos ellos,   contados son los casos  que han brillado con intensidad  suficiente como para ser echados  en falta,   una vez que dejaron de ser objetivo de los focos de las cámaras y fueran desatendidos por la caterva  de sicofantes mediáticos que interesadamente maquillaban su inutilidad  para difundirla como mérito.

La diferencia en el tiempo, refleja  que mientras los antecesores políticos, una vez   perdida su estrella,   retornaban  a la  anterior actividad profesional, ahora, los nuevos decaídos políticos, lejos de volver a sus antiguas  ocupaciones,    como la abstinencia del poder no se remedia con metadona, los mas afortunados, sobrepasan la puerta giratoria que  los acomoda en los consejos de administración de unas  multinacionales favorecidas por el presupuesto público, en tanto los menos  distinguidos  son colocados como satélites del  poder en instituciones periféricas, sin que su nuevo  destino o colocación venga  reconocido por méritos al uso en cualquier otra profesión.

La  política se ha convertido en una pirámide clientelar a causa del descarriado funcionamiento del sistema  bipartidista, que viene  utilizando la función pública  para satisfacer favores en su ámbito intrínseco, enchufando a miembros de sus  organizaciones, camarillas y falsos asesores en beneficio partidista, manipulando para ello  de forma directa o diferida,   enormes recursos del Estado a  través de  prácticas  de nepotismo a la carta que a pesar de su traza recriminable, paradójicamente,   siguen destruyendo  el sistema desde la legalidad, habida cuenta  que contra todo pronóstico, tales manejos  no constan tipificados como delito, siendo dicha  tolerancia, conjuntamente con el hecho de suplantar la  democracia representativa por la actual dictadura de los mediocres, el gran  peligro  que amenaza   con consolidar la  debacle y  conducirnos con ello  a un  desastre  de mayor escala.

La política se ha convertido en una pirámide clientelar a causa del descarriado funcionamiento del sistema bipartidista, que viene utilizando la función pública para servicio propio

El nulo sentido de la democracia  y la anteposición de sus  propios intereses y los de sus partidos políticos sobre  los de la ciudadanía, y la  total despreocupación    por el  bien común,   se pone de manifiesto cuando en su política  de drásticos recortes  no entra en sus previsiones  el recorte que  más necesita el país, que no es otro,   que la expurga de 400000 enchufados políticos  y su cuadrilla  de  parientes y allegados  que colocados a dedo en las distintas administraciones,  por su carácter innecesario  y prescindible, más allá de engordar artificialmente la dimensión del aparato administrativo del Estado  no   aportan nada positivo  al conjunto de la colectividad.

Eliminación que llevada a término,   erradicaría el  peor lastre imaginable que sufre el país, al limpiar toda la  morralla política, esa plaga ineficiente que abarrota innecesariamente el sector público;  logrando con ello sin mas  traumas a  terceros, además de devolver las aguas a su cauce,    equilibrar las cuentas públicas a la par de   afrontar con total  solvencia la reducción de un  galopante déficit  público.

Resulta inadmisible seguir sosteniendo  una función pública   sobredimensionada  o aplicando tímidos ajustes de conveniencia  para dar el pego, y así continuar proporcionando cobertura a las  apetencias de esa maraña  de  vividores  políticos, cuando además del perjuicio repercutido a la sociedad en su conjunto,   las  empresas  como motores de la economía y el empleo, muy a su pesar,   se ven obligadas  a  sucumbir ante  la aplicación  de una   excedida presión fiscal, cuya finalidad efectiva, refleja no ser otra  que satisfacer   el gasto  publico – político del pozo sin fondo de esa  administración paralela, habiendo se añadir a ello, los  miles de entes y empresas públicas, que tomadas al asalto por la horda  política viene a  situar la cuantía de enchufados en lo mas allá de lo imaginable y en  la mas  estricta opacidad.

A tal ver, después de siete lustros  de  monopolizar la cosa publica, no debe existir la mínima duda   en afirmar  que la casta política  es con mucho  el verdadero drama de España y que por tanto, todo proceso de higienización pasa  ineludiblemente, por arrebatar el poder a los que siguen haciendo del  país   su propio cortijo.

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