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septiembre 2013

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España, made in Germany

Publicado por , Posteado enOpinión

El resultado de los últimos comicios en Alemania, no debe resultarnos ajeno en absoluto, pues sus consecuencias, tienen para España una repercusión mas relevante que si estuviéramos ante el escrutinio de un plebiscito genuino, y ello, en razón a la dependencia cautiva que nuestro país mantiene con el estado teutón en el ámbito de la UE; subordinación, caracterizada por un gregarismo impúdico, mas propio de un gobernante que cambiante con la legitimidad otorgada por su electorado, decidiese establecer renuncia de su propio fuero y plegarse a intereses foráneos, asumiendo con toda naturalidad un papel subalterno como le correspondería al prefecto de un protectorado.

Justamente esa es la degradante función que desempeña un apóstata Rajoy, aquel, que al día siguiente de su triunfo electoral, después de burlar sus compromisos con las urnas, en un ejercicio de obscenidad política, unilateralmente, optó por rehusar la defensa de los intereses comprometidos con los electores, para después de coquetear con la hipocresía, manifestando aquello de ”incumplo mis promesas pero cumplo con mi deber”, decidirse por otorgar ventaja exclusiva a los intereses financieros alemanes.

De disparatada sumisión hay que catalogar la decisión de plegarse a las directivas programáticas de la canciller Merkel, por cuanto su propagada estrategia de austeridad, lejos de ser un remedio a la crisis, es una trampa, una truculenta maniobra utilizada por el Gobierno y la banca alemana, como método de hostigamiento a la deuda de otros países de la zona euro , con la finalidad de desviar la atención sobre ellos mismos. Táctica de acoso dirigida a saquear la economía de los países periféricos del sur europeo, (entre ellos España), con el interesado objetivo de despistar el profundo boquete financiero en el que está sumida la economía germana.

De ahí que mas que una receta para las economías en crisis, la perversa austeridad merkeliana construida sobre ajustes presupuestarios y recortes, en vez de inducir crecimiento inclusivo o actuar como solución de nuestro futuro, resulta ser un antídoto mas perjudicial que la propia enfermedad.

Por ello se hace obligado la exigencia de tomar encuentro con la realidad y erradicar de una vez por siempre el papanatismo europeista, esa deformada visión que desde el euro-entusiasmo acrítico al margen de todo debate, sin reflexión de ventajas e inconvenientes, otorgó al proyecto de unificación europea atributos idílicos, y hasta excelencias que preconizaban un futuro de ensueño.

Enfoque visionado desde la euforia del neoliberalismo, que al recrudecerse la crisis se fue al traste por pérdida de consistencia dando paso al escenario opuesto, es decir, el de una Europa en tránsito directo hacia la desintegración, por causa del empeño alemán de proseguir con sus prácticas especulativas cuya aplicación acentuó divergencias insoportables en el marco de la Unión, toda vez que el tratamiento de austericidio y demás reformas regresivas impuesta por la canciller Merkel, mas que un remedio para los países en dificultades como el nuestro, resultó ser una argucia en provecho propio, y prueba evidente de tal afirmación, es comprobar que mientras Alemania financia su economía colocando deuda pública con índices de interés del 0% e incluso con porcentual negativo, España, deba hacerlo en condiciones leoninas, afrontando hasta el 7% de interés.

Enrevesada dinámica, cuyos perjuicios se hacen extensivos a otros ámbitos de la economía, por la influencia hegemónica del establishment financiero alemán sobre el Banco Central Europeo (BCE); interesado dominio, que convierte a esta entidad en un lobby del Bundesbank, y tales factores de dependencia hacen que mientras el capital financiero alemán se encuentra en su salsa, por aplicación de una anacrónica uniformidad, España se vea abocada a una situación insostenible, donde a la desprotección frente a la especulación financiera haya de añadírsele la paralización de todos sus motores de sostenibilidad y crecimiento, y todo ello , por obra y gracia de una Alemania que menoscabando su prestigio de otrora, con sus prácticas actuales, viene a comportarse como un cicatero imperio colonial que basa su éxito en el desvalijamiento de los países periféricos.

Ante este deprimente panorama son difíciles de entender las muestras de euforia mostradas por el presidente Rajoy, sobre los resultados electorales en Alemania, cuando extralimitándose de la formalidad protocolaria, manifestaba sin el mínimo recato que el triunfo de la canciller Merkel «es una alegría».
No resulta fácilmente deducible si su alborozo es un refrendo de conformidad al acoso sin cuartel que la dirigente alemana mantiene contra nuestro país, o si tal vez , el regocijo atiende al otorgamiento de un nuevo cuño de identidad, con la merecida denominación de España, made in Germany.



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