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enero 2018

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LA MEMORIA… La impotencia…

Publicado por , Posteado enOpinión

Mi casa no tiene zaguán donde, acariciando la frescura del atardecer, conversar con vecinos, compañeros, amigos… y sin prisas, saborear un buen vino, y “recordar”

A falta de zaguán contemplo, solitario, los atardeceres… Ellos también hablan.

Agarrado a la impotencia del tiempo me aferro a esa memoria, jamás mentirosa, retrato en blanco y negro de mi vida.

Página a página y hoja a hoja voy leyendo, a veces llorando, el pequeño, gran universo, que adornó, a veces sin comprenderlo, cada uno de mis pasos, cada uno de mis tropiezos y cada una de las miles de ilusiones que hicieron de mi vida un peliagudo, aunque hermoso, “Dakar”.

El otro día cerré el libro en una página en la que la impotencia de una memoria “no utilitaria” recordaba las “verdaderas víctimas” de aquella tragedia civil utilizada hoy día como arma arrojadiza, no para pacificar sino para, “ESCAÑEANDO políticamente”, obtener sustanciosos beneficios económicos (comprobar los emolumentos de políticos sin nombre, sin historia y sin profesionalidad).

Tranquilamente, volví abrir el libro. La memoria, en la vejez, no hace daño, lo que genera es impotencia: los mayores recuerdan, escriben, hablan y, sobre todo lloran, porque sienten que la impotencia la han generado los que nunca expusieron su vida por una sociedad unida y regenerada.

El capítulo llevaba un título llamativo: “El sublime sindicalismo” y narraba cómo el movimiento sindical se había convertido en una cuna de vividores, que “lamentando” el duro trabajo de los demás, se asignaban el hipócrita apellido de “trabajadores liberados”Se rodearon de prebendas partidistas y… “a vivir que son dos días”. Ese día el libro también lloró conmigo.

La brisa de la tarde iba refrescando más, mis “amigos y vecinos” sin tantos y tantos medios informáticos me pidieron que siguiera leyendo porque también a ellos la “memoria” les estaba produciendo escalofríos de impotencia. Les hice caso y abrí el libro por una hoja donde se narraba la historia del “Aceite de Colza”… llevaba nombres y apellidos; unos corrieron a esconderse, otros muchos retorcieron sus manos, inclinaron su espalda, salpicaron su cuerpo de “impotencia”… ¡Joder!… ¡Joder!… tuve que cerrar el libro y enfadarme conmigo mismo… ¿Qué hice yo?… ¿Qué hizo la sociedad?… Ahora la “memoria” produce una peligrosa impotencia que llamamos “rencor”.

Estaba cansado, pero la curiosidad era más fuerte que la desgana; comencé a leer el capítulo de las famosas “Autonomías”, fuentes de riqueza, bienestar, prosperidad, libertad… No pude más…

Alguien con sentido común puede decir lo que realmente ha pasado… Hemos llenado el país de diputados, senadores, concejales, “afiliados”, “familiares”… “compañeros interinos”. Hemos vaciado la caja común y hemos querido ser los más ricos de Europa en producción de defraudadores y lo que hemos conseguido es convertir “la Marca España” en un sistema donde “vivir, vivir” sólo lo hacen los vividores marcados por unos políticos ajenos a la realidad social.

¿Qué podemos hacer ahora si la memoria produce tanta impotencia?:

GRITEMOS… VOTEMOS… y condenemos el SILENCIO interesado de ciertas clases sociales que “SÍ saben ser POBRES en los momentos difíciles para luego saber ser RICOS cuando los demás son pobres”.




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