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sábado

25

octubre 2014

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Ni Derechas ni Izquierdas

Publicado por , Posteado enOpinión

Convertir la indignación social en poder político a través del refrendo popular, ha de ser la alternativa a seguir para sustituir un bipartidismo corrupto y sin regeneración posible, y desechar con ello el falso paradigma de la Izquierda y la Derecha.

Lo que hasta ahora  venía siendo de uso frecuente para posicionar planteamientos y postular ideologías, en la actualidad, aquella  división de sensibilidades políticas  surgidas de la revolución francesa y que  llegara a nuestros días  encasillando los idearios políticos como de Izquierda o Derecha, ha entrado en extinción, dando  paso a un nuevo ordenamiento  conceptual, cuya divergencia protagonista  la conforman de una parte los que vienen dispuestos a cambiar la política  para mejorarla, y en el extremo opuesto,  los que como hasta ahora  apuestan por la continuidad  de que  todo permanezca igual, para así seguir disfrutando de privilegios.

Dicho esto, es obligado  referir que en  el contexto social en que nos movemos, tomando lección de  nuestro último ciclo «democrático», decir que representa  un contrasentido mantener vigente el  espectro  político de izquierdas y derechas, cuando lo cierto es,  que los referentes de  ambos paradigmas  fueron la constante de alternancia  en el  devenir del país,   y por tanto, expresión  manifiesta  que tanto la derecha de la Gürtel  como la izquierda de los EREs, por sus actos y sin distingos, son expresión de equivalencia en una  corrupción extensiva  que con idéntico signo  y análoga  dimensión, su quebranto,    fue  factor desencadenante  de  la crisis, y causante de haber conducido a España  hacia el  desprestigio internacional, de motivar un  desempleo masivo y tenernos sumido  en la mas absoluta pobreza  e inmersos en la  injusticia social.

El etiquetaje  ideológico de izquierda – derecha que ya  ni respetan los mismos partidos que lo proclaman,  ha entrado en caducidad, y todo,  como consecuencia de  su propia disfuncionalidad, de ahí que ahora para eficaz resolución de los problemas del país, éstos  hayan  de  ser afrontados desde parámetros  de  renovación, desechando el ofrecimiento de opciones finiquitadas que ya resultaran adversas como alternativa al cambio necesario; sin que ante tal disyuntiva quepa admitir  el amedrentamiento que sin duda utilizarán los guardianes del sistema,  amenazando de  los peligros que entraña  votar al margen del actual  encuadre, o lo que es lo mismo, advirtiendo de los riesgos   que representa optar electoralmente por alternativas ajenas  al bipartidismo.

Pero a pesar de las exhortaciones que promulguen, mas que nunca, la ciudadanía  está obligada a tomar medida de la realidad,   para  percibir que  en  un país como el nuestro, donde son los mercados quien imponen lo que ha de hacer el gobierno, y en el que el supuesto Ejecutivo asume a plena  satisfacción el papel de gregario, saber que tan denigrante  actitud, entre otros contraproducentes efectos, induce que  la democracia languidezca, la política en sentido expreso  se devalúe y el resultante acotamiento de las ideologías haga que por extinción sea innecesaria mantener la   línea  divisoria que en su momento  deslindaba  la dicotomía entre derecha e izquierda.

Mas allá que amagar una vez mas con el manido procedimiento de regeneración democrática, lo que demanda la situación a la mayor urgencia es un rescate político en toda regla.

Todo un galimatías  que ha degenerado en una crisis de  valores, cuyos protagonistas  no son otros  que  los dos partidos que en suplida alternancia tomaron control formal del  Gobierno, y que ahora, intentan evadir responsabilidades  tras maniobras de  continuidad, aparentando estar haciendo cambios que necesita el país,  al solo objeto,  de utilizar la dinámica de la argucia para seguir estafando a sus tradicionales electores.

El epicentro de los males de nuestro sistema está localizado en el entorno que conforma el  tándem PP-PSOE, sin que en  este caso, el concepto asociado  de derecha  e izquierda política  mas que ser significativo  de posturas ideológicas, sea la nota discordante  de las  contradicciones  que envuelve   la susodicha conceptualización; pues en ambos casos, exigua o nula ideología política se le puede adjudicar  a ninguno de los  dos partidos  que vienen dando  cobijo en sus filas al grueso de la corrupción del país, un injustificado amparo que mas pronto que tarde acabará por dinamitar a una y otra formación por mantener en su foro a unos cuadros militantes que por la oscuridad  de sus actos, a todas luces  resultan  ser  amistades peligrosas para la democracia.

Hemos llegado a tal  punto de  detrimento que  la degradación ha superado todo límite tolerable,   hasta el extremo, que la situación política del país raya  en  lo dramático, y por tanto,  mas allá que activar una vez mas  el  manido   procedimiento de regeneración democrática,  lo que  demanda la situación a la mayor urgencia  es un rescate político en toda regla,  con la finalidad  de paralizar viciadas inercias y orientar los  objetivos a conseguir  que la acción del Estado sea desempeñada en beneficio de la sociedad;  convirtiendo la indignación  en cambio político y haciendo  que determinadas fuerzas minoritarias logren captar el voto descontento de Génova y de Ferraz.

Y eso ha de ser así, contando con el refrendo de la voluntad  popular al margen del falso arquetipo de la Izquierda y la Derecha, pues si en realidad nos preocupa el futuro, hemos de evitar por todos los medios  que se repitan los errores del pasado.

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