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septiembre 2015

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Pobre De Gea

Publicado por , Posteado enOpinión

Fue casi la noticia del día, casi con tantos minutos como el drama de los refugiados, escenificada con semejante dramatismo con el de los desvalidos inmigrantes. Esa noticia como exponente parangonable a muchas otras nacidas de anécdotas triviales e insustanciales confirman el preocupante proceso de idiotización de masas al que nos vemos sometidos con la angustiosa percepción añadida de que hasta pueda resultar deliberado y de que haya una intención de anular el pensamiento lúcido en detrimento de una sedación que nos evada de la realidad con el riesgo de perpetuar nuestra decadencia e inmolarla sin remedio para dejar de ejercitar nuestra inteligencia y tener voluntad propia.

Y es que la televisión, como paradigma de los canales de comunicación, es un constante azote nocivo que tiene en las series, propaganda, fútbol y universo rosa los estigmas que atentan contra nuestra dignidad, a través de contenidos degradantes y adictivos. Y el suceso protagonizado por De Gea ha sido el último ejemplo de abyecta perversión.

Pero lo peor no era esa manipulación que nos convierte en espectadores estúpidos o poco viajados, sino la pretensión de que además empalizáramos con la supuesta tragedia del agraviado De Gea. Imágenes donde el portero aparecía serio, circunspecto, para que sintiéramos compasión por su desdicha. Pesadilla, tragedia, un jugador hundido, mensajes más esperpénticos y grotescos que el propio disparate de la operación.

Aceptemos que a De Gea le hacía ilusión jugar en el Madrid, tanta como le hizo hace un par de años marcharse al Manchester United, donde parece que ahora le espera un calvario, acaso con la única contrariedad de que jugara menos de lo previsto, de que tendrá que utilizar más el paraguas de lo que lo habría hecho en Madrid y de que no podrá convivir con su novia Edurne, otro ser igualmente desgraciado tras su fracaso en Eurovisión.

Pero a cambio de eso, De Gea seguirá con un fantástico contrato en el Manchester United con cuyo sueldo alcanzaría para el salario base de seis mil personas sin ingresos y con un regalito de diez millones de euros para compensar los daños y perjuicios de la frustrada operación. Más allá de la desventura sufrida por De Gea y de los supuestos daños colaterales de los que muchos querrían haber sido protagonistas, no dejemos que estos problemas magnificados por unos medios de comunicación ávidos de audiencia nos conviertan en esclavos de la necedad y en consumidores compulsivos de la telebasura.



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