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marzo 2015

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Rajoy no es la solución

Publicado por , Posteado enOpinión

El Presidente de un país ha de ejercer en todo momento como su máximo valedor, y cuando ese requisito político se incumplen nunca lo es por razones de Estado, sino por inaceptables intereses espurios, que en correspondencia, por salud democrática exige electoralmente su sustitución.

Los intereses económicos en una mano y la democracia en la otra, esa fue la pauta seguida por quien desoyendo los consejos  del FMI y de la Comunidad Europea  desechó la aplicación de la austeridad optando alternativamente por  abrir de par  en par  las puertas al crecimiento, siendo así  como después de dejar  atrás la hecatombe bancaria, en solo cuatro años  fueron capaces de  recuperar el terreno perdido situando al  país en el buen camino, con   una exigua tasa de paro   del 3, 6%, y  una expansión del Producto Interior Bruto (PIB) del 3, 3%, cifra que por si misma supera con creces el triple que la de los estados de la zona euro.

Regeneración posible  en  un país como  Islandia, que al   no formar  parte  de la Unión fue  ajena a su disciplina,   y soberana por tanto para diseñar  el futuro acorde a  sus necesidades  e  intereses, siendo el mas eficiente  referente  de tal decisión, el ventajoso balance de resultados alcanzado en tan corto  período,   que en  contraste con las negativas  resultas cosechadas  por     los estados  miembro en idéntica temporalidad, ponen de manifiesto el estrepitoso fracaso  ante la crisis que supuso  la  contraproducente austeridad ecuménica prescrita por Berlín,  que mas que impulsar las  entusiastas expectativas  de sus defensores, no ha hecho mas que potenciar el  desastre al promover  el estancamiento generalizado de  la economía y el    incremento descontrolado de la deuda pública.

Pero cuando esta realidad  debiera ser  justificación suficiente   para dejar en suspenso las draconianas medidas de austeridad y darle una oportunidad a  las políticas de crecimiento,  ocurre que  en esta  España nuestra, unos  subordinados representantes  con su Presidente al frente, en un ejercicio de escamoteo democrático al margen de los derechos e  intereses  de sus representados, prosiguen su rutina mimética de asumir como propias las directrices impuestas  desde Berlín  a través  de  unas instituciones no elegidas democráticamente que  como la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y  el FMI, tomaron por asalto la Unión, utilizando el foro europeo en beneficio  de las  grandes fortunas y las corporaciones financieras.

Triunvirato que a la par   ejerce como aliado de Alemania y explícito ejecutor de sus  medidas  de a austeridad, a pesar de su inservible función para propiciar el crecimiento, al ser mas  que  una receta económica  una estrategia política, cuya verdadera finalidad reside en mantener la prórroga  al “enorme negocio de la deuda”, para así, seguir favoreciendo a los auténticos beneficiarios,   que no son otros,  que los bancos  y multinacionales alemanas, y todo  ello  a costa de llevar  a los países periféricos a la más completa postración, afectados,   entre los que anacrónicamente España es parte repercutida y que en razón a esa tesitura, tan solo desde  la lucha y  la desconformidad será posible erradicar el cambio político.

Si la draconiana austeridad que preconiza Rajoy hubiera sido eficaz, después de cinco años la realidad del país debiera ser otra, distinta y ventajosa

Aun cuando la aplicación de los programas de austeridad equivalen al tratamiento que pretende curar la enfermedad matando al paciente, a pesar de lo evidente de  tal analogía, en nuestro país, contra todo pronóstico se sigue subestimando el alcance de sus perjuicios, eso al menos  es lo  deducible  a juzgar por la férrea defensa que sobre tales políticas  sigue manteniendo  nuestro presidente, un Rajoy  que a pesar que el alcance de su aplicación solo  ha conseguido paralizar el crecimiento y que su marco de exigencias resulta cada día mas  insostenible, en vez  de reconducir posturas optando alternativamente  por la senda del crecimiento inclusivo,   decide  ejercer  de renegado y así mantener  su nefasto papel  como gran aliado de las exigencias de Merkel contra  los países del sur, entre cuyos afectados,   paradójicamente, se encuentra su propio Estado.

En este  mayo electoral se cumplen  cinco años de la llegada de las recetas de austeridad a España, y lo cierto es que desde aquel acuerdo de la cumbre europea de su puesta en práctica,  a pesar de la rigidez de sus medidas, que junto   al incremento de  la presión fiscal  guillotinó el gasto público en  el contexto de una dinámica extensiva  de recortes que  frenaron actividad y suprimieron el estado de bienestar, en síntesis, cabe referir que el quinquenio  se cierra marcado por el deterioro económico,  que partiendo del  anacronismo de unos bancos  rescatados con el sacrificio repercutido a los contribuyentes, concluye  su balance, superando el incremento de dos millones de parados y situando la deuda pública mas allá del billón de euros, sin lograr rebajar  en modo alguno el  déficit público, añadiendo a ello  el empeoramiento generalizado  de los principales indicadores económicos que en si mismo son  la  advertencia mas contundente del  fracaso  de una austeridad que   no ha hecho más que potenciar el desastre.

Si la draconiana austeridad que preconiza Rajoy hubiera sido eficaz, después de cinco años la realidad del país  debiera  ser otra,   distinta y ventajosa,    pero lo cierto  es que su aplicación no solo resultó socialmente devastadora y económicamente desastrosa, sino también una decisión política descerebrada,   que electoralmente demanda reconducción en aras a establecer   políticas de estímulo y crecimiento.

Pero lo cierto es que para afrontar  con éxito esta nueva andadura sobran los que están.


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