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febrero 2017

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I robot

Publicado por , Posteado enOpinión

La primera señal fue cuando tuve que resolver una de esas estúpidas captchas para demostrar que no era un robot.  Y la primera alarma cuando no supe resolverla. Lo era?. Me sometí entonces a una minuciosa prospección individual examinando mis hábitos y costumbres a fin de detectar cualquier comportamiento anómalo y sospechoso.

Y empezó el sobresalto recordando lo mucho que me había identificado con aquel I robot de Alan Parsons que aún me sigue fascinando, inspirado en la visionaria obra conceptual sobre las leyes de la robótica de Isaac Asimov. También me atraían los replicantes de Blade Runner, aquellos atormentados clones humanos artificiales, y me identificaba con Kraftwerk y su The Robots, pioneros los alemanes de los conciertos con humanoides suplantándoles en el escenario.

Y confirmé no sin bochorno que había dejado de sentir empatía con el sufrimiento del prójimo, indiferente ante las miserias de los indigentes, ciego frente a las desdichas de los refugiados, impasible, frío y displicente ante la decadencia de un mundo injusto e insolidario.

Aprecié entonces que no estaba sólo, que existían también robots más malvados aún y otros sometidos como esclavos en fábricas explotadoras, víctimas de las redes de prostitución y tantos otros seres desdichados que ejercían como autómatas aún asemejándose a los humanos.

Y ahora que ya se han empezado a implantar chips bajo la piel, la deshumanizada sociedad vaticinada en Blade Runner, espejo de nuestra crisis de valores, donde se han perdido los vínculos emocionales por los meramente instrumentales, no sería de extrañar que los ya emergentes robots artificiales acaben por ser más humanos que nosotros.



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