El ya fallecido cura-banquero Castillejo, siendo presidente omnipotente de la quebrada Cajasur de la «Santa» Iglesia Católica, tuvo en el año 2.002 la infeliz idea de emplear 6.000 millones de las antiguas pesetas (36 millones de euros) de la Caja, para construirse en el parque joyero un pabellón que llevó su nombre, con la «benéfica» finalidad de que sus acólitos pudieran homenajearle a su antojo.

Dicho pabellón inútil e inservible terminó casi cayéndose y Cajasur se lo quitó de encima largándole el muerto al Ayuntamiento de Córdoba, por el que paga mensualmente 19.500 euros del dinero de todos, sólo de gastos comunidad, y donde para enterrar los defectos de construcción del expabellón Miguel Castillejo, le está echando un montón de más dinero encima, para intentar convertirlo en un pabellón de Congresos, que como todo en Córdoba, no se termina nunca.

Es la triste historia de Córdoba: anteponer los intereses particulares de unos pocos, a costa de los intereses públicos.

Y todo, porque la servidumbre cordobesa así lo permite y lo consiente, al permanecer ciega sorda y muda.

Si, sin lugar a dudas, cada pueblo tiene lo que se merece.

Rafael Bueno.

Córdoba.

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Para los Cristianos, la Cruz es el instrumento eterno del sufrimiento y la muerte expiatoria de Cristo, y por ello, un símbolo venerado y muy especialmente, respetado por todos los Creyentes.

No comprendo cómo dicho símbolo religioso, es utilizado como excusa y pretexto en determinadas fiestas folklóricas, que terminan de aquella manera.

Porque no imagino a los Judíos y a los Musulmanes, de botellón en el muro de las lamentaciones, ni alrededor de La Kaaba.

Rafael Bueno.

Córdoba.