Resulta extraño que un avance tan significativo, como la nueva comprensión que nos aporta la física cuántica, no esté teniendo apenas eco en las escuelas, incluso que no merezca una consideración mayor de estudio pormenorizado en las universidades, aferradas aún al viejo paradigma mecanicista newtoniano.
Es como si hubiéramos decidido no mirar más allá de nuestras narices, o ponernos palos en las ruedas de la evolución; como si deseáramos vivir mentalmente en precario, en vez de sentirnos auténticamente creativos y abundantes.
El nuevo paradigma cuántico, nos invita a mirar al mundo de manera distinta a como lo venimos haciendo –seres separados que deben competir por recursos limitados–, y hacerlo como seres que forman parte de una realidad abundante e inteligente, que avanzan mucho más cuanto se sienten estrechamente interelacionados.
Nos habiámos olvidado de que no es el miedo, sino el amor, lo que nos hace felices; de que no es el análisis (comprensión mediante el estudio de las partes) lo que aporta sentido a nuestra existencia, sino que es la síntesis (con su visión orgánica y de conjunto) la que nos aclara el funcionamiento último de las cosas y nos hace conectar con esa inteligencia que liga nuestro universo y que, la experimentación cuántica –si decidimos observar, claro–, está desvelando a nuestro ojos.

En la carrera anual por el lleno en las zonas turísticas de ocio, una noticia transciende a la opinión publica. Discotecas y bares de Mallorca ofertan a las chicas participar en un “Mamading”. Que como estas alturas es público, consiste en un concurso de sexo oral. Siendo el premio bebida gratis durante su estancia en el local (La más de las veces a una botella tasada por 7 euros en el super).
Tras las condenas publicas de los políticos de turno y las aclaraciones varias. Tenemos dos opciones: dejarlo así y decirnos que funcionó el sistema. O preguntarnos cuales son las causas que generan tales comportamientos.
Basta con una observación a las imágenes difundidas. Para deshechar la idea de alcohólicos enfermos superados por su adicción. Más bien los identificaremos como adolescentes de clase media (y posiblemente estudiantes responsables). En pleno delirio lúdico y desinhibido.
“Puntualizaré previamente que lejos de mi ningún afán moralizador”. Pero si que me carga, la recurrente salida fácil con el discurso “la juventud actual…”
Como educador social propongo que tengamos más en cuenta que su comportamiento en gran medida, no es mas que el fruto de los valores ensalzados durante su periodo de maduración. Y que perciben como los propios de su generación de forma machacante.
Entre otros la banalización del sexo y su valía como atajo a una meta. La elevación de la disponibilidad sexual en las chicas, como su mejor cualidad, El culto a la arrogancia y el sexismo por parte de los chicos. El desprecio por el alarde público de la cultura y la educación, por parte de todos. Mezclemos estos ingredientes en una coctelera donde ponga la máxima social “El negocio es el negocio”. Ya tenemos el “mamadig” como punta de un iceberg.
Si de verdad queremos terminar con ciertas conductas. Es en la modificación de estos valores donde primeramente debe de insistirse. Y si no nos parece procedente hacerlo, lo dejamos estar y que alguien se tome una copa a nuestra salud.

He ido a comprar en Bilbao unos recambios de electrónica a la tienda de un conocido, no voy a revelar su nombre ni el de la tienda.

Le pido los recambios y le digo, ¡qué raro es que estés tú solo en la tienda! me da la sorpresa, cierra el negocio, ha despedido a dos chicas; una atendía al público, la otra en administración, tres informáticos y un comercial.

El propietario me dice <<Alvaro como tu dices en algunos de tus escritos, me paso al lado oscuro, no puedo mas>>

El Ayuntamiento de Bilbao se vanagloria de la apertura de comercios en las principales calles de la villa, y manifiestan que Bilbao atrae el comercio de las grandes marcas.

Cuando se van dos grandes marcas su puesto lo ocupan otras dos. Si éstos que tanto hablan y vanaglorian se dieran una vuelta por los pueblos de Vizcaya, por la periferia y los barrios de Bilbao se enterarían y verían  

cuantos locales están cerrados, sin comercio, sin negocio, sin actividad, calles tristes.

No hay mas ciego que el que no quiere ver.

Alvaro Villa Rey

En plena vorágine mediática sobre el denominado caso NOOS, con presencia de la familia real incluida. Creo es buen momento para hilar con una reflexión de más calado. Y sin entrar el citado como tal
Antes de seguir una aclaración (me considero republicano desde que conozco su significado)
Pero no deja de sorprenderme esta fiebre anti monárquica que recorre el país, surgida como una seta de la noche a la mañana.
Máxime cuando hasta hace bien poco, la casa real era una de las instituciones mejor valoradas por la ciudadanía, según encuestas del CIS.
A pesar de que si tiramos un poco de hemeroteca, comprobaremos que en sus momentos de más alta valoración. Ya eran publicas las informaciones sobre negocios o comportamientos que ahora tanto indignan. Pero lo cierto es que entonces la ciudadanía en su conjunto, lejos de indignarse. Incluso expresaba cierto beneplácito popular.
Es ahí donde entra mi preocupante reflexión, quizás seamos menos dueños de nuestros pensamientos (paso previo al comportamiento) y estemos más expuestos a la manipulación de lo que creemos.
Pudiera ser que con una compaña persistente y bien orquestada, por un Goebbels moderno. En la que no faltasen tanto políticos y periodista de renombre. Como apostrofes y frikis de la telebasura a partes iguales. Se consiguiese que comportamientos o ideologías actualmente censurables. Pasen del rechazo general a la aprobación, o cuando menos al la tolerancia.
En mi calidad de Educador social, y como ciudadano concienciado. Propongo que no seria nada malo, nos dejemos de escudar en frase cono: Donde va la gente…Mal de muchos…El que nada contra la corriente…Y empecemos a interiorizar valoras propios. Fruto de la información contrastada y nuestra reflexión individual.