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abril 2014

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Domingo de la Divina Misericordia

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Juan Pablo II: «Jesús dijo a sor Faustina: ‘La humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la misericordia divina’.

Quisiera resaltar dos aspectos primordiales en la vida de Jesús que nos pueden ayudar a humanizar nuestras costumbres: la mansedumbre y su divina misericordia.

Divina Misericordia 3

Sor Faustina Kowalska

Jesús es cause para canalizar cómo ha de ser el comportamiento del hombre; si nos fijamos en Él veremos cómo hemos de vivir un amor al detalle, un amor rico en matices y estos matices han de ser sencillos pero continuos, nada artificiales pero hechos cada día con delicada ternura.

Y si no sabes amar fíjate en el papa Francisco, él es un gigante en la vivencia del amor, él es un ejemplo de como en el siglo XXI se puede seguir a Jesucristo.

También Juan Pablo II fue un seguidor de la mansedumbre y de la misericordia del Señor. Juan Pablo II junto a la destreza para resolver grandes problemas de estado supo vivir: la humildad, la sencillez, la docilidad, la aceptación: “del dolor, de las limitaciones físicas, y el peso tremendo de su enfermedad” y junto a ello la mansedumbre y la misericordia. Juan Pablo instauró la fiesta de la Divina Misericordia del Señor el domingo siguiente al domingo de Resurrección y lo hizo como un gesto de “veneración” a este importantísimo atributo divino.

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Sor Faustina Kowalska: «Cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia»

Jesús en el Santo Evangelio nos dice: “Misericordia quiero y no sacrificios” yo entiendo que aquí Jesús nos quiere decir que siendo las dos cosas importantes, puestos a elegir tenemos que elegir la misericordia.

Podríamos decir que la misericordia nunca puede faltar, pues forma parte esencial del plan de actuación de Dios. Con atrevimiento pero sin temor a equivocarme, creo poder decir: “Dios podía existir sin sacrificios, pero no podía existir sin misericordia”; al ser ésta la esencia de Dios; un Dios que se vuelca con el ser humano entregándolo todo, todo, todo: “hasta su propia vida” vida que para que ello fuera posible se encarna en el Hijo.

rosario-de-la-divina-misericordia-1214799270234286-9-thumbnail-4Si Dios no se hubiera hecho hombre no se hubiera podido producir este prodigio de un Dios que muere dando su vida por y para el ser humano. Ese es el maravilloso prodigio de un Dios que ama con un amor infinito y a través de ese amor infinito nos regala una vida infinita, una vida infinita: sin límites de tiempo ni espacio. Una vida Eterna llena de un amor también infinito y no “medible”, ni “pesable”, ni ”calculable”; El límite del amor, en Dios y en nosotros junto a Dios, es ilimitado. El límite de ese amor es inalcanzable, pues sus fronteras son las de la inmensa grandeza de un Dios sin fronteras. Por lo tanto no hagamos cálculos a la hora de amar, amemos como Dios sin medida.

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