La campaña de El Gran Recapte resulta una loable y necesaria iniciativa que hace emerger una pequeña cuota de generosidad para quienes llenamos la cesta de la compra cada día. Pero también debiera ser una opción y no una obligación, cuando no una opción sujeta a coacción.

Colaborar con el proyecto si uno quiere y en privado, de manera discrecional, sin tener que pasar por la aduana de los simpáticos y admirables voluntarios que te asaltan a la entrada y te estampan la bolsa en la cara con tanta amabilidad que se hace muy embarazoso negarse y no tener que balbucear torpemente con sonrojo y deplorables pretextos. Puede que esa invasiva estrategia sea imprescindible, pero no siempre los medios justifican el fin, por caritativo que sea. Mejor seducir que imponer, mejor sugerir que apremiar y mejor aún la voluntad de cada uno para ser soberano de sus decisiones.

Pero más allá del plausible propósito, acaso fuera más coherente anteponer la libertad de elección al éxito de la operación y que cada uno pudiera decidir si participa o no sin el incómodo acoso pasivo de voluntarios, cajeras y demás compradores como escrutadores de tus actos, de si decides colaborar o no y de si lo haces, de cuan dadivoso consideres has de ser sin que nadie te juzgue desde la distancia con miradas inquisitivas que te hagan sentir mezquino y desalmado.

Vaya por delante, todos mis respetos a los Creyentes de verdad.

Pero todavía hay un grito mucho más miserable-masoquista que el “vivan las cadenas” de los esclavos-voluntarios del absolutismo de Fernando VII del siglo XVIII,  y ese grito es el “vivan los cilicios” de los esclavos-voluntarios hipócritas-fariseos del siglo XXI, que todavía siguen a esa jerarquía eclesiástica de sumos sacerdotes curas-banqueros mercaderes del Templo cordobés, a pesar de haber crucificado a Cristo y pisoteado su Mensaje Evangélico con todos sus actos, y de haber arruinado Córdoba, para varias generaciones.

¡Muy fuerte!

Y es que desgraciadamente, la realidad, siempre supera a la ficción.

Rafael Bueno.

Córdoba.

• “La verdad os hará libres”…

1942-2017… ¡Padre! ¿Dónde está la verdad?

El conjunto de Redes sociales, sumadas a la Prensa digital han conseguido que asegurar la veracidad de un suceso, un comunicado o una noticia es como jugar al Mus: todos saben… todos engañan… todos señalan… todos ignoran…

Las “verdades”, hoy día, son propiedad de la limpieza ética de cada individuo.

Hasta ayer las “verdades religiosas” daban paz y serenidad, hoy, politizadas y embardunadas, dan pena y desasosiego. Cuando los “ministros de Dios” se convierten en auxiliares de grupos políticos interesados los monaguillos, confusos, salen a gritos pidiendo que venga el Profeta con el látigo de la honradez…

1942-2017… ¡Padre! Pensé que el “Nacional Catolicismo” era historia… Estaba equivocado… Los birretes siguen aconsejando lo que es “políticamente correcto e interesante”, aunque no sea lo más cristiano, moralmente.

¡Padre! He recorrido durante estos 75 años los más variados senderos que el ser humano pueda construir… Al final, con lágrimas, me he sentado en una pobre cuneta y he ido preguntando a todos los que por allí pasaban: Por favor ¿dónde está la verdad?

Unos me miraban de soslayo y, sin contestar, seguían su camino… otros, la mayoría, señalaban el horizonte y mofándose comentaban: ¡Busca… busca! ¡Inocente… inocente!, La verdad eres tú… las verdades que rodearon tu vida son los sistemas inventados por algunos para vivir por encima de los demás.

Vaya la que está dando la falsa propaganda del régimen andaluz con el 4 de diciembre del 77, cuando aquí los únicos que salieron ganando fueron ellos, que con las Autonomías, abrieron una puerta más a los grandes privilegios de la casta política, con gran manguerazo de dinero y de colocadero público, reservados para ellos y los suyos.

El cada vez más pobre y oprimido pueblo andaluz,  sigue liderando el paro, los problemas en la sanidad y en la educación, y sobre todo, padeciendo la corrupción y los excesos de esos terratenientes políticos del cortijo de la Junta de Andalucía, que decían ser del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, cuando en realidad, lo único que ha hecho es elevar a Franco a los Altares.

¿Os acordáis del padre de ese “sindicalista” que le dijo a la guardia civil que su hijo tenía dinero para asar una vaca?

¿Y de ese otro «socialista obrero» que se gastaba nuestro dinero en cocaína y en pilinguis?

¡Ya está bien!

Rafael Bueno.

Córdoba.