Cartas al Director

A ti, mi amor, que siempre dibujas en mi rostro divinas sonrisas de gozo y cariño, hoy te pido:

• Que mis ojos sonrían siempre por tu esmerado y amoroso cuidado.
• Que mi corazón sonría feliz por tus emotivas y gratas alegrías.
• Que mi boca, conocedora de tu gran amor, sonría con cautivadora, delicada y regocijante sencillez.
• Que mi rostro dé testimonio de la alegría que tú, amada mía, me brindas.
• Que este regalo de mi sonrisa, que es fruto de tu cálido profundo y especialísimo amor, sea en mí: dinámico, constante, y duradero.

Gracias, mi amor, por el incomparable premio de esta tan especial sonrisa.

Convendría que en este mundo esto fuera una realidad y no sólo para los enamorados, sino para todos: niños, jóvenes y mayores; pero ciertamente no es así, y: el amor, el cariño, la bondad, el respeto, la sonrisa, la ternura … lo cambiamos desgraciadamente por: la violencia, la guerra, el egoísmo, la corrupción, la envidia, la crueldad, la malicia, el engaño, la mentira, la grosería, el maltrato. …

Y esta es la triste realidad: un mundo sombrío y podrido con muy pocas alegrías; pero aun así podemos cambiar; y podemos conseguir que el horizonte grisáceo se transforme en un horizonte luminoso y hermosamente bello.