Cartas al Director

Soy una enfermera de 52 años, que disfruta de los derechos fundamentales de todo ciudadano; educación, sanidad, techo y trabajo. Me puedo considerar una persona con suerte e incluso privilegiada. Creo en la justicia social, en la equidad y en el esfuerzo por encima de todo.
Quiero que mi trabajo sea reconocido y que vaya en consonancia con las condiciones del mismo así como con el sueldo, cosa que en nuestro país no siempre se ha cuidado y ha sido justa.
Las competencias, formación y responsabilidad de un albañil, un minero, una dependienta, una trabajadora de una cadena de producción, una maestra o un medico, por citar algunas profesiones, no siempre se corresponden con su retribución.
No creo acertado que se diga en los medios de comunicación, que la mayoría de nuestros jóvenes mejor cualificados, tienen que salir al extranjero para poder desarrollar plenamente aquello para lo que han sido formados, porque aquí no se les brindan oportunidades.
Me niego a pensar que aquí solo resisten los mediocres, aunque la realidad nos muestra que es a eso a lo que nos hemos visto abocados, cuando por norma general no se ha hecho justicia al reconocer e incentivar a aquellos profesionales que han dedicado tiempo, esfuerzo y recursos para su formación.
Actualmente, con la crisis que nos azota no podemos recuperar lo que se ha hecho mal, el dispendio de ciertos proyectos, el despilfarro en tiempos donde todo parecía posible y todo eran facilidades, lo que en la economía domestica se corresponde con gastar que no es lo mismo que administrar. Espero que los que nos han traído hasta aquí puedan dar cuenta de su mala gestión.
Cada cual tiene también que responder de sus actos ¿Qué responsabilidad tienen cada uno de nosotros en el momento actual? ¿Todos tenemos la casa que nos podemos permitir, el coche que podemos pagar, las vacaciones que podemos disfrutar? ¿nos hemos atrevido con más de lo que razonablemente podíamos asumir?
Podemos salir a la calle a manifestar nuestra protesta por recortes, reajustes, reformas, queremos mantener el mismo estatus, el mismo ritmo de vida, por otra parte licito después de toda la lucha de la clase obrera para llegar al momento actual, pero sinceramente creo que habíamos llegado a tocar techo en condiciones y sueldos que nunca tuvieron nuestros padres de los que aprendimos la cultura del sacrificio y el esfuerzo, lo que ellos hicieron para procurar que a nosotros no se nos negaran la formación y las oportunidades que ellos no disfrutaron.
Y además, podemos mirar hacia otro lado y simular que no nos afectan esos más de 5 millones de parados, que ya tienen el nombre de un familiar, un amigo, un conocido y que estarían dispuestos a levantarse cada mañana y a cambiarse por cualquiera de nosotros aun con sueldos ajustados.

Como dijo Albert Payne; “ Lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros, lo que hacemos por los demás vive para siempre”.
Hay que dar esperanza a nuestros jóvenes que se están formando, de que esto es transitorio, y de que con nuestro esfuerzo y a veces sacrificio superaremos esta etapa.
Espero que sea así.

Montserrat Rodríguez Andrés
DNI – 393XXXXXX