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marzo 2014

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Los dos raseros del mercado laboral

Publicado por , Posteado enOpinión

Nepotismo5ta Header NewEn un arrebato de excentricidad y sin inmutarse lo más mínimo, días atrás,   la  Consejera de Trabajo y Bienestar  del gobierno gallego Beatriz Mato, no reparó en   afirmar en sede parlamentaria que ”ninguna estadística rigurosa  vincula empleo con emigración»; pero con  tal declaración, veladamente, la protagonista de tamaño disparate traía a colación una insolencia medida, pues lo  que verdaderamente intentaba con su intervención, no era otra que darle esquinazo a la evidencia,   pretendiendo con ello,   además de tomarnos por imbéciles,    camuflar tras sus palabras  el dato cierto que viene a corroborar que  la emigración  de la población activa está evitando que el paro en nuestro país  haya superado a estas alturas  los 6 millones de afectados.

Pues si no fuera por la salida forzada de los 395.000 ciudadanos que  sin solución  de presente  ni expectativas  de futuro,    desde el año 2011 se vieron  abocados  a la emigración, la tasa de  paro en la actualidad  habría alcanzado  el 27, 9%, y eso  es así,   porque contrariamente a  lo que sostiene la  incongruente Conselleira de la Junta,  la  exclusión del mercado de trabajo de esa masa ingente, al constriñir  el  censo de población activa  hizo disminuir  el número de parados inscritos como demandantes de empleo  y por extensión el índice de paro, sin que tal circunstancia «stricto sensu», trajese implícito la creación  efectiva de empleo, pues obviamente  por puro rigor estadístico es fácil  deducir que  a menos demandantes de empleo, menos parados.

Realidad  que hace ostensible el desastre laboral que está viviendo el país,  y  lo que es mas grave, que delata el proceder inédito  de un Gobierno que a la par   que la  crisis sigue  destruyendo puestos de trabajo, intenta hacernos partícipes de su ensueño de descender  el paro  sin  necesidad de crear empleo, cuando es harto sabido  que  con el desbarajuste del actual modelo productivo y sin el acompañamiento de  políticas de crecimiento, esa meta, se antoja cuanto menos un desafío inverosímil,  fundamento probado, aunque  por   incoherencia sea ese  el argumento utilizado por  el Ejecutivo  para vender por éxito, lo que a todas luces  es un  estrepitoso fracaso en materia de  política laboral.

Pero con todo, lo expuesto solo aqueja a la clase de tropa sujeta a disciplina e instrucción, toda vez que  en este país  el comportamiento del mercado laboral  no mantiene uniformidad  extensiva que afecte por un igual al conjunto de la ciudadanía  demandante de empleo, pues cada una de las  dos Españas, mantienen su excepción, salvedad que en este asunto  favorece  en concreto al personal de libre designación o confianza política enchufados en la administración pública; siendo la   diferencia característica entre ambos sectores,  que mientras los agregados al  primero están sujetos a los avatares y comportamiento del mercado laboral, a este gremio de patrocinados, les es suficiente  con disponer  de afiliación política para ser nombrados con carácter discrecional  sin cumplir mas  requisitos  ni tener que probar experiencia alguna, y que para mayor desvarío su disparatado coste en sueldos supera  con creces el derroche  anual  de 1650 millones de euros.

Estas prácticas por si mismas  no solo  representan un acto de prevalencia  del sector político a favor  de  ese enjambre de parientes y militantes que conforman el entramado de partidos políticos,   sino que  incluso, con ese  nepotismo endogámico  se está  consumando un agravio comparativo en ventaja de ese colectivo  de  30000 agraciados, cuya  contratación a dedo además de un indiciario delito de prevaricación, está acotando el acceso y  la libre concurrencia de cualquier otro demandante de empleo a esa administración paralela; hechos que producen un agujero negro en el funcionamiento del sistema  democrático, cuyas consecuencias por opacidad y parcialidad  hacen que confluyan  esos turbios  manejos  de contratación  con el   extendido fenómeno de la corrupción.

Posiblemente ahí radique la inducción al error de la señora Consejera, que habituada por afinidad a la modalidad de empleo político, en un lapso reflexivo, se refiriera a esa protección genuina al punto de afirmar que «ninguna estadística rigurosa vincula empleo con emigración», pues de ser así estaría en el cierto, por ser un hecho veraz que en este país nunca tienen que emigrar los apadrinados políticos.


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