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agosto 2014

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MENTE Y SALUD

Publicado por , Posteado enOpinión

Vivimos pensando que la responsabilidad de nuestros desarreglos recae en el profesional sanitario, y apenas podemos concebir que sea la sociedad que hemos y seguimos promoviendo, o la forma de vivir, la causa principal de enfermedad.

Albergamos la creencia de que el cuerpo es el que desarrolla la enfermedad, sin darnos cuenta de que nuestra forma de pensar y sentir es la causa de las distintas patologías. Por cierto, algunas no proceden de ahora, pues son heredadas de nuestros ancestros y sus desajustes.

Vistas así las cosas, la enfermedad es un desorden de nuestra manera de pensar o sentir (psíquico), que afecta secundariamente al cuerpo (soma).

Esto que quizá suene raro a muchos, lo aceptamos o vemos claro cuando hablamos de las enfermedades psico-somáticas. Cada día más frecuentes, por cierto.

El modelo de gestión de la Salud tiene que tener en cuenta este aspecto si quiere superar la dependencia brutal que el sistema sanitario tiene del mundo del medicamento. Empezando por la OMS y continuando por los avances que se nos presentan, fundamentalmente en materia de “Farmacia” y que prometen colapsar eso que llamamos “nuestra Sanidad, todo ello está destinado a servir a la buena salud, sí, pero especialmente del emporio comercial que mueve la industria fármaco-química. Si exceptuamos, claro, los evidentes avances quirúrgicos. Y algún otro, menor aún.

No servirán de mucho las medidas que se están tomando para frenar el incremento del gasto sanitario mientras sigamos observando la salud como una cuestión de suerte –una lotería que nos puede tocar o no–, pues deberemos empezar a verla más como una responsabilidad personal y social. Desde dentro, que diríamos.
Nos está resultando difícil influir sobre el sistema, pero básicamente es porque seguimos albergando ideas obsoletas ancladas en lo antiguo. Existe aún una gran conciencia de separación y, como consecuencia, miedo, mucho miedo. De eso se valen, cual dementores los que dominan. Por otra parte, hay que tener muy en cuenta que es lo sutil, la mente, la que mueve lo denso, y no al revés. Por eso es tan importante cultivar lo sutil, y empezar por mirarnos a nosotros mismos. Sabiendo que culpar y enjuiciar no nos sana; que solo nos sana la comprensión –de que estamos unidos e interelacionados– y el perdón al que ésta nos lleva.

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