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marzo 2014

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Ojos para poder ver

Publicado por , Posteado enOpinión

La Humanidad ha tenido grandes Maestros, pero han sido en general los personajes de tercera, empavonados casi siempre, los que se han hecho los “amos del cotarro”.
Los Maestros, todos ellos, nos recordaron que debíamos ser simples y sencillos en nuestra forma de vivir. Que debíamos hacerlo sin apegos, sin cargas superfluas, para así aportar a la vida toda nuestra creatividad, y poder desarrollar en plenitud nuestros talentos, nuestros dones.
Los personajes pequeños, por contra, se encargaron siempre de complicarlo todo, y así cargaron a la gente de grilletes. Lo hicieron en el plano físico, con múltiples trabajos, onerosos a menudo, pero sobre todo lo hicieron en el plano mental, condicionando a la población con sus consignas, difundidas ampliamente y que imponían formas de pensar limitativas, de escasez, de culpa y de “pecado”.
Nos ataron con multitud de prohibiciones, con dogmas, con credos, con mil historias que desde los diversos ámbitos (familiares, sociales, religiosos, etc…) coartaban la expresividad y libertad de conciencia.
Estamos obligados a recuperar, si queremos salir de la esclavitud de estos tiempos, el mensaje de nuestros Maestros, el auténtico, no el sucedáneo, el que nos han contado. Para ello habremos de separar muy bien el grano de la paja, hilar muy fino y no aceptar lo que se pontifica sin ser aceptado íntimamente por nosotros.El quid de la cuestión es éste.
La enseñanza de los Maestros está a salvo, escrita allá donde no puede perderse: nuestro espacio interior, eso que llamamos “el corazón” y que podemos cultivar mediante una vida simple, sencilla. Una vida no exenta en los tiempos que corren seguramente de ruído, pero que deberá dar cabida también al silencio.



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