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noviembre 2013

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Ser empresario, una tarea imposible

Publicado por , Posteado enOpinión

Afirmar que los vaivenes del mercado laboral son la principal consecuencia de las fluctuaciones de la actividad empresarial, es una aserción de pura lógica, de ahí que resulte consecuente confirmar que la creación o la destrucción de empleo, depende casi en exclusiva del estado de salud que mantenga en su conjunto la estructura productiva.

Así pues, por su implicación en el desarrollo, la producción y el empleo, se debe asumir que la puesta en activo, la diversificación y la ampliación de los recursos empresariales, son factores esenciales y piedra angular que debe sustentar toda acción política de reactivación económica, pues caso contrario, por mas euforia estadística que se proclame para autentificar como positivo la realidad de un crecimiento ficticio, no se logrará tergiversar la evidencia; pero lamentablemente, si se conseguirá ampliar en el tiempo el período de contracción de la economía.

Máxime, al contrastar como los activistas de la especulación (mercados financieros y banca), responsables de la crisis, a pesar de su implicación en la misma, sigan llevando la voz cantante hasta el extremo de marcar al teórico Gobierno democrático las políticas económicas del país, y esta circunstancia, además de evidenciar para quien gobierna el actual Ejecutivo «popular», , de igual forma, hace entendible el porque de la específica reactivación de la economía financiera, como también, la causa instigadora de la recesión general de la economía productiva, que a tiempo presente, prosigue empantanada y con un 26% de paro.

Como queda visto, a pesar de su mala praxis, no solo son los agitadores financieros los directos responsables de favorecer la consolidación de sus dinámicas especulativas, sino el Gobierno del PP, porque es éste, y no aquellos, el que tiene el deber de velar por los intereses de sus ciudadanos, y del cumplimiento de esa obligación, tendría que surgir un cambio en las reglas de juego, cuya repercusión además de pararle los pies a los mercados financieros incluiría la imposición de la economía productiva como norma de conducta, y todo ello, en detrimento de la dilatada práctica de estraperlo que desde el estallido de la globalización viene dominando con gran alcance el degradado ejercicio de la rutina bancaria.

La urgencia en afrontar un radical cambio de pautas no admite dilación, pues el grado de controversia y alarma social que está generando tan turbia operativa económica, vienen a situarla al borde de la obscenidad, por no resultar ni mínimamente decoroso que en plena recesión, los que fueran rescatados del pozo de la quiebra con dinero público, prosigan ahora su escandalosa especulativa de antaño.

Eso al menos es lo que se deduce de los resultados acumulados del sector bancario referidos al cierre del tercer trimestre, y cuya cantidad registra en los nueve primeros meses del presente ejercicio, un beneficio neto superior a los 7.000 millones de euros, o dicho en otras palabras; mientras a la economía productiva representada por el colectivo empresarial (pymes – autónomos), se le cierra la vía de acceso al crédito, las entidades artífices de esa limitación, incrementan sus ganancias en un 78,9%, resultando especialmente significativo a efectos de contraste, comprobar como al mismo tiempo, el crédito a las empresas se agudiza hasta desplomarse y caer a mínimos desde el 2006.
Todo un síntoma de incongruencia, por cuanto, siguiendo las pautas impuestas por los profesionales de la especulación, lejos de toda fantasía de reactivación, el país está condenado a seguir anclado en la crisis económica sin visos de solución, ni posibilidad real de recuperación.

Queda visto que no eran los bancos a quien tocaba rescatar, y mucho menos utilizando fondos públicos y garantías del estado, pues resulta evidente, que la intervención de éstos en la economía siempre deriva hacia tendencias viciadas de nulo provecho para el interés general.
Lo suyo desde el origen de la crisis, era dar trato preferente a la restitución empresarial y primar de forma efectiva y real las iniciativas emprendedoras, y es ahí donde debieran ser utilizados los malgastados fondos económicos estatales absorbidos por la banca, para así poder consolidar una estructura empresarial sólida y estable, pues debemos asumir consecuentemente, que en un país sin empresas se podrá generar especulación por parte de los mercados financieros, pero lo que nunca se logrará será generar riqueza ni crear empleo.

Por eso, cuando la disyuntiva es el futuro, hay que empezar por estabilizar el presente, y en ese cometido el sector empresarial no debe asumir mas concesiones, pues su papel protagonista en la sociedad le demanda un comportamiento acorde, que pasa inexcusablemente por exigir su reconocimiento social y un trato consecuente al mismo, para poder materializar su funcionamiento, asumiendo, que ser empresario es un aliciente y no una tarea imposible.