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enero 2014

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Un poder sin pastores

Publicado por , Posteado enOpinión

UN PODER SIN PASTORES

Nos hemos criado en la cultura del “reclamo de nuestros derechos”, y estamos obligados a cambiar. Pensar más bien ahora en qué podemos “dar”, qué podemos aportar.
Para esta nueva cultura, del “don” (ver «Economía Sagrada» de Charles Eisenstein), deberemos prepararnos y promover espacios de encuentro, donde exponer ideas y ofrecer alternativas al actual dirigismo, que no resuelve, sino que multiplica aún más los problemas.
Invito desde aquí a la gente a no quedarse callada, a analizar a fondo la forma en que hacemos las cosas.
En el terreno que me muevo, el sanitario, sufrimos muy directamente las consecuencias de lo que sucede en la sociedad, y nos exigen soluciones, rápidas (en 5 minutos), casi siempre parciales. Numerosos pacientes se presentan al médico con síntomas psíquicos o psico-somáticos, cuya raíz hay que buscarla en el tipo de vida, en los numerosos desajustes, que condicionan fricción y sufrimiento en todas nuestras relaciones. La Sanidad está montada, básicamente, para medicamentar y operar. Intervenir externamente, vamos. Nos hemos olvidado del otro tipo de intervención, el interno, personal.
Trabajamos (los que podemos hacerlo) para conseguir dinero, y nos hemos hipotecado con Bancos y «Cajas de Ahorro», “globalizadas» ahora, dependiendo ya absolutamente de ellas y otras instituciones financieras que pretenden decidir por nosotros el mejor futuro. En esto se parecen mucho a la Iglesia y otras organizaciones religiosas en general.
Perdidos y sin rumbo como estamos, nos evadimos tratando de conseguir gratificaciones espurias, fuera, sin atendernos, ni atender a nuestros sueños, a nuestra propia creatividad.
Durante nuestro proceso «educativo», en vez de respetar esa individualidad y hacerla florecer en colaboración, en ha propuesto nuestra homologación, para competir, en aras –ni Wert lo esconde ya– de la productividad social. Básicamente clones, réplicas necesarias no para armonizar y crear, sino para obedecer órdenes de quienes dirigen la maquinaria que llaman social.
Debemos, por tanto, recordar quienes somos, qué nos mueve, y salir de este letargo. Para aportar, sin miedo ni vergüenza, nuestras propias ideas, soluciones. Soluciones que cuajarán cuando consigamos esa masa crítica, de conciencia.
Pero no olvidemos hay que preparar antes el terreno, y confiar en la naturaleza sanadora de las cosas, sin hacer demasiado caso a los cínicos, que abundan.