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mayo 2016

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YO, PRESIDENTE… lo peor de una PRESIDENCIA

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El EGO sustituye las IDEAS por PROYECTOS personalistas, con ideologías absorbentes, dogmáticas y restrictivas.

La diferencia entre ocupar la PRESIDENCIA y querer llegar a ser PRESIDENTE, está en el equilibrio de una contra el EGO de la otra.

La ciudadanía respeta siempre la PRESIDENCIA, como símbolo de unidad nacional y acaba por mirar de soslayo al que se proclama PRESIDENTE para restructurar el ESTADO a su imagen y semejanza.

El sueño de todo mediocre es contemplarse en un cuadro y desconocer que la historia se encargará de amontonarle en el desván de la realidad.

El PRESIDENTE, que no la PRESIDENCIA, define su política como el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros.

La PRESIDENCIA, sin embargo, equidistante entre lo blanco y lo negro, planea como el águila real, aprovechando todo lo que de bueno tiene el viento cuando no lo convertimos en huracán.

Llevamos muchos meses contemplando figurantes, presidentes ególatras, curanderos de pueblo, papables del Palmar de Troya, misceláneas ideológicas de interesada rentabilidad…

Llevamos muchos meses, años diría yo, buscando el sosiego equilibrado de una PRESIDENCIA ecuánime, equidistante y LIBRE de ideologías partidistas…

Algunos, que se llaman líderes políticos, deberían anular su ombligo, levantar la vista y contemplar el horizonte… ¡el gran horizonte de la CONVIVENCIA!

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