En el “Día de la mujer”, quisiera comentar, de soslayo solamente, sobre las “leyes de igualdad” y demás propuestas que se supone intentan corregir (en la superficie, entiendo) la problemática de las mujeres para crear sus familias y poder trabajar dignamente. Estas soluciones, entiendo, nunca acaban de aportar soluciones, pues solo desvían la atención sobre el problema básico, el Sistema actual de Control Patriarcal.
Veo en mi entorno que profesionales como la copa de un pino, son sometidas/os, incluso por la Administración Sanitaria (no quiero dar nombres, pero lo podrá investigar cualquiera), a tener que firmar contratos favorecedores de permanente inestabilidad –de semana en semana, incluso–, en edades además de crianza, o, también, a sentirse obligadas a abandonar su baja maternal, anticipadamente, al cabo de un mes, para no perder sus contratos.
La “conciliación familiar”, donde al hombre se pretende liberar para hacer funciones en otro tiempo realizadas por mujeres, tampoco es solución, sino una pseudo-solución.
Los próceres políticos y sus gestores, no son capaces, porque los viejos paradigmas mentales se lo impiden, de dar un giro a esya situación, al desajuste básico, causal del problema.
Considerar al ser humano en su faceta laboral, especialmente a las mujeres para que puedan desarrollar su maternidad de la mejor manera, nos está exigiendo superar los conceptos por los que nos regimos, se rige este Viejo Mundo. Nos está obligando a cada uno de nosotros, además, a movernos desde un paradigma distinto, a plasmar en nuestra realidad situaciones que ahora nos parecen imposibles, seguramente al margen de lo institucional. Hay que traspasar los no sé, no tengo, no debo o no puedo, con arrojo. Nelson Mandela solía decir al final de sus días: «Todo parece imposible, hasta que se hace»

(Del Libro “Sol y Niebla. Epistolario”)

¡Saber… Saber…! Ciertamente que los banqueros están al corriente de lo que se debe o no se debe de hacer con el dinero de otro.

Durante el reinado de Jaime I el Conquistador apareció la Mesa de Cambio. Institución financiera dedicada al cambio de moneda o divisas y toda acción relacionada con el comercio en su vertiente cobro-pago dentro y fuera de las fronteras.

El 13 de febrero de 1300 dieron por establecido que cualquier banquero que se declarara en bancarrota recibiría la humillación de todo el pueblo.

El vocero público haría su pregón y quedaría obligado el malversador o manirroto a comer pan y agua mientras no devolviese el dinero a sus acreedores hasta el último dinero.

Extender un mantel (operar en banca). Fue decisión el 16 de marzo de 1301 que todo banquero debería obtener fianzas por terceras personas si no; no podría concurrir en el negocio. De ser pillado usando mantel sin contar con respaldo de fianzas sería declarado culpable de fraude.

El engaño es mal endémico de esta tierra que es España y ciertamente hubo banqueros que orillaron la ley engañando a sus clientes.

El 14 de agosto de 1321 quedó declarado que aquellos que no cumplieran sus compromisos serian declarados en bancarrota y de no pagar sus deudas en un año serían llevados a desgracia pública. Siendo el vocero público el encargado de pregonar el acto delictivo. Y…

Y…

Y aquí no acabó el asunto. El banquero sería decapitado delante de su Mesa de Cambio. Su Banco.

Un apunte con nombre y apellido. Francesc Castelló banquero catalán en 1360 fue decapitado frente a su mostrador. Un estricto cumplimiento de la Ley.

Aquel Reino de Aragón está lejos de esta España a la que han hecho saco donde robar y por ende a sus ciudadanos. Son ciertos bancos los que han enriquecido directivos y para hacer callar han comprado con tarjetas de libre disposición y compre lo que guste a sindicatos y políticos.

Desplumando a cientos de personas de buena fe que depositaron sus ahorros.

Deberían de tener en consideración los implicados en la estafa que hubo un momento de la Historia en que la Justicia hacia Justicia y que en esa vía se comienza a vislumbrar algún atisbo de racionalidad.

¡Guarden la cabeza!
¡Devuelvan el dinero!

¡TO…O…DO!

Carmen Amigó y Pérez-Mongay

El ser humano, si es auténtico, no puede fracasar. Esa comprensión lo libera de las ataduras de los paradigmas político, económico, religioso y científico de control que nos han llevado y están llevando a nuestro Planeta a un callejón sin salida.
Estos viejos paradigmas han programado el «Control» social a través de las mentes, inconscientes (inconsciente colectivo) de todos nostros y debemos comprender cómo han actuado y actúan si queremos ser libres y crear nuestra propia realidad.
Hay que entender muy bien que las religiones establecidas, con sus propios bancos, algunas, han sido y son cómplices del poder establecido, pretendiendo decirnos lo que debemos o no debemos hacer. En vez de ayudarnos a descubrir quiénes somos, nos lo han ocultado convenientemente, dividiéndonos además en credos. El poder económico, la Gran Banca, también ha fracasado, aunque nos sigue intentando querer decir si tenemos o no para realizar nuestros proyectos, limitando nuestras iniciativas a los límites que impone su propio juego, su Control. Es este poder económico, también, quien ha decidido y controlado el progreso de la Ciencia (único Dios actualmente reconocido), Ciencia que ha contaminado, y sigue haciéndolo, gravísimamente nuestro Planeta, que está destruyendo su biodiversidad y su equilibrio, llenando includo nuestro espacio exterior de chatarra.
Centrándonos en lo religioso, vital en nuestra programación histórica, desde que tenemos uso de razón, nos han dicho que somos pecadores y que nuestra salvación depende de fuera, de un Dios externo a nostros y que ellos se propugnan como mediadores. No nos cuentan que Jesús hablaba de un Dios interno («vosotros sois Dioses, solía decir), y que buscó y acompañó a otros a buscar su divinidad propia.

Jesún nunca quiso fundar –por utilizar el modelo religioso más próximo a nuestra comprensión– una Iglesia, sino que enseñaba a descubrir, individualmente, al Dios que todos Somos y su Poder Creador.
En la sociedad de nuestros días, debido a nuestra programación en la inconsciencia, nos hemos identificado y parapetado tras un faldo «ego», muy distinto del Yo, divinal, que Somos y que Jesús, enseñaba a descubrir y manifestar a través de la Palabra. Palabra que debemos recuperar y escuchar en nosotros –lo que decimos– para alejarnos de nuestros sufrimientos y crear la realidad armónica que queremos.

Un corazón que se ha encontrado, de Tú a tú, con Cristo no puede permanecer indiferente a los demás.

¡No privemos a los demás de nuestra sonrisa, de nuestra alegría, de la esperanza que nos da Cristo! Todos lo necesitan.
Toda obra de caridad auténtica es, por lo tanto, una manifestación concreta del amor de Dios a los hombres y por ello se vuelve anuncio del Evangelio. 

Con los gestos de caridad, cumplidos generosamente, permitimos a los demas avanzar en el camino hacia Cristo; ese Cristo que no cesa de salir al encuentro de todos.

Aquí tenemos estos gestos y estas actitudes que sería bueno conocer para enseñar y practicar:

• ¡Un cristiano siempre es alegre! Quizás no nos demos cuenta, pero cuando sonreímos aligeramos la carga a quienes nos rodean. La felicidad del cristiano es una bendición para los demás y para uno mismo.
• Todo lo recibes como un regalo, nada te «lo deben» aunque hayas pagado por ello. Da siempre las gracias. Es más feliz quien es agradecido.
  

  Ayuda mutua

• Tú sabes que los amas… ¿Y ellos? Las caricias, los abrazos y las palabras nunca sobran. Son necesario ¡Seguro!
• Saluda con alegría a esas personas que ves a diario: a quien abre la puerta, a quien recoge la basura, a quien limpia, a quien contesta las llamadas. Al saludarlo le recuerdas que es importantísimo lo que hace y para quien lo hace.
• Cada historia que te cuentan te une más con el otro: sus hijos, su pareja, la jefa, el profesor; te unen con sus preocupaciones y alegrías… tú sabes que no sólo son palabras, son partes de su vida que necesitan ser compartidas. ¡Si puedes! Escucha la historia del otro con amor, si puedes con mucho amor.
• No importa si es un problema de matemáticas, un problema familiar, una simple pregunta o alguien que tiene hambre ¡Jamás sobra la ayuda! Todos nos necesitamos unos a otros. Tenemos que estar atentos a quien nos necesita, Cristo lo estuvo, y aun hoy lo está.
• Sabes que no anda bien y decides sacarle una sonrisa, decides dedicarle un rato y todo para hacerle saber que todo no es malo. Eso en sí mismo levanta su ánimo y le estimula, siendo por lo tanto una muy buena acción. ¡Practícala!
  

  Cordialidad-en-el-vecindario

• Solemos callarnos lo bueno, lo que nos gusta y nos alegra de los demás: sus éxitos, sus cualidades, sus actitudes. Frases como: «felicidades», «Me alegro mucho por ti» o «Eres genial», hacen un gran bien a los demas, los estimula.
• Es bueno acostumbrarnos a valorar lo que tenemos; y si tenemos más de lo que necesitamos, regalarlo. Esto nos ensancha el corazón y nos hace felices. Eso es generosidad.
• Cuando nos ayudamos mutuamente a llevar las responsabilidades diarias la vida es más llevadera.
• El amor no sólo sabe corregir, sino que sabe perdonar, aceptar y seguir adelante. No tengas miedo de corregir y ser corregido, eso es una muestra de que apuestas por los demas y de que los demás tambien apuestan por ti y quieren que seas mejor.
• Tener buenos detalles, buenos gestos y buenas acciones, salir de uno mismo y pensar en los demás; siempre es mejor y alegra el corazón.
• Una voz dentro de ti, te dice frecuentemente que deberías ayudar un poco más, y sorprendentemente cuando lo haces te sientes muy bien por solo haberlo hecho.
• Ayudar a los demás a superar obstáculos. Ayudarle a alcanzar el transporte, a cargar sus maletas, a cruzar la calle o regalarle unas monedas para que pueda pagar. Esos detalles nunca se olvidan. Eres el extraño que aún cree en la humanidad, que aún cree en la vida y que aún cree en Dios.
• Llamar a tus padres por ejemplo; estar atentos a lo que necesitan o simplemente saber cómo están es algo que no te cuesta mucho y es un gesto enorme de gratitud. Es un orgullo sano el vivir habitualmente estas realidades.

Fuente de datos: Catholic-link