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septiembre 2012

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De un luchador impenitente

Publicado por , Posteado enOpinión

Entre los burdos y malintencionados argumentos que, la canalla fascista, alegó para detener y asesinar a Federico García Lorca, según se mencionaba en Lorca, muerte de un poeta, un artículo en prensa escrita de Federico, donde arremetía contra la burguesía de Granada, denominándola, la peor burguesía de España, era considerado como una prueba de que su detención no ofrecía dudas para aquellos asesinos golpistas. Si aquella pertinente aseveración del poeta la extrapolásemos al resto de España, frente a los demás países europeos, es fácil adivinar que, en ese escenario, la nuestra, la burguesía española, ha sido y es, no ya la peor, sino, la más retrógrada e intervencionista burguesía de los países de nuestro entorno más próximo.
La burguesía europea, en diferentes momentos de sus respectivas historias, supieron entender que sus conciudadanos, aquellos que representan a la aplastante mayoría de sus países, no estaban por la labor de dejarles hacer y deshacer a su antojo. Revoluciones y guerras, determinan el desarrollo socio político europeo, desde el XVIII hasta el XX, a través de las cuales, a la burguesía, se le bajaron los humos. Obviamente, procesos todos cargados de mucho sufrimiento y muerte que, a priori, nadie desea como fórmula para el fin expuesto, pero que, quién podría cuestionarlo, la Historia puso en escena dando como resultado las distintas sociedades que hoy jalonan nuestro continente.
En consecuencia, considerando que el proceso histórico más doloroso sufrido por nuestro país, en el periodo mencionado, el Golpe de Estado Fascista del 36, trajo como legado el afianzamiento de nuestra rancia burguesía, no extraña que a día de hoy las secuelas no sean meras anécdotas sociales, sino lacras que marcan nuestro presente y, lo que es peor, nuestro futuro.
Por todo ello, cuando de valorar la vida política y humana de Santiago Carrillo Solares se trata, apelar a su papel determinante y honesto durante la mal llamada transición, que pareciera, según todas las voces escuchadas y leídas hoy, su único y falaz mérito, frente a ello, me quedo, como destacase ayer en la SER otro poeta granadino, Luis García Montero, con su denodada lucha en la Defensa de Madrid durante los tres años de la barbarie y el asedio fascista; así como, de su posterior lucha en el exilio como máximo representante del único partido que, sin tregua ni desmayo, plantó cara al fascismo hasta la muerte del genocida asesino.

Santos López Giménez

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