Ante la imposibilidad de convencer a nadie de nada, el Obispo de Córdoba, Demetrio Fernández;  vuelve al insulto, a la provocación, y sobre todo, a sembrar odio.

Todo lo contrario de lo que hizo Cristo.

Ahora lanza el obispo una dura crítica a la “descristianizada militancia laicista” que “ataca a los Creyentes” y que “quiere borrar a Dios del mapa”.

Ahí queda eso.

Casi nada.

Pues mire, Obispo; no hay nada ni nadie en el mundo entero más descristianizado y sobre todo, más descristianizador; que la militancia de la jerarquía eclesiástica a la que usted pertenece y de la que es una buena muestra.

Ustedes son, obispo; los que atacan a los Creyentes y los que quieren borrar a Dios del mapa.

Si, ustedes y vuestros seguidores, que adoráis al becerro de oro y crucificáis a Cristo en todos vuestros actos.

¿Ha leído usted alguna vez la Biblia, obispo?

Esa que habla de  “Sepulcros blanqueados” “Por sus obras los conoceréis” “No se puede servir a Dios y al dinero” “Mi casa será casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”.

¿Le suena de algo todo eso, obispo?

Rafael Bueno.

Córdoba.

Nuestros jóvenes tienen que exiliarse a la fuerza para poder subsistir, porque esta casta política que padecemos, ha arruinado el país.

Y encima, tienen que padecer la burla de algunos de esa casta, como por ejemplo del indigno ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, que ha dicho: “Los jóvenes se van por gusto y para enriquecerse, y no es ninguna tragedia, separarse de la familia y de los amigos”.

Es como decirle a alguien que está muriendo de hambre, que la culpa es suya, por querer guardar la línea.

¡Vaya tela!

¿Hasta cuando vamos a aguantar?

Porque ya hemos superado con creces, los abusos de la dictadura franquista y del absolutismo de Fernando VII.

Rafael Bueno.

Córdoba.

MANÁ es el nombre que el pueblo de Israel dio al alimento divino que Dios les proporcionó cuando atravesaban el desierto, huyendo desde Egipto…

Las clases medias profesionales de asesorías jurídicas, al igual que los judíos, llevan tiempo huyendo del yugo del paro, del yugo de las oligarquías, del yugo de la esclavitud a la medianía… y de repente, apareció Europa, esa Europa demonizada por unos y agradecida por otros, en este caso por los grupos asociativos, teóricos defensores de la justicia para el pobre.

Llegó el MANÁ y sin tardar, al amanecer, antes que la realidad de la vida, hiciera decaer su valor, salieron corriendo los hambrientos defensores, dicen que “desinteresados”, de los agraviados por la Cláusula Suelo…

El MANÁ, la honradez así lo quiera, será el bálsamo que consuele el dolor de muchos, a la vez que serene muy satisfactoriamente la economía de unos pocos.

El MANÁ, promesas de sentencias europeas, será también la base de muchos aprovechados para engañar y asegurar… ¡Venid a mí, que yo os daré…!

No olvide nadie que para recibir, primero hay que estar dispuesto a dar: poderes, minutas y liquidaciones… Y ¡Ojo!, el MANÁ no llega al mediodía.