Es curioso, el sentido que cada uno tiene de la penitencia religiosa, o dicho de otro modo, la utilización partidista que cada uno hace de la religión, con el consentimiento de la Iglesia Católica.

En semana “Santa” vemos penitentes que se mortifican masoquistamente, y a otros, que aprovechan para darle alegría a sus cuerpos.

¡Todos los caminos condicen a Roma!

El mejor ejemplo del segundo caso lo constituyó el irrepetible Fray Langostino, “Ministro del Señor” del Templo cordobés, que en Semana “Santa” y huyendo de la pasión de Cristo, fletaba un avión para entregarse en cuerpo y alma a la pasión de los placeres mundanos de 5 estrellas, del mundo entero.

Y es que claro, para la “Santa” Iglesia todos somos “hermanos”, sí; pero no iguales.

Rafael Bueno.

Córdoba.

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Y dijo Dios: «Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás; porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen y muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No os hagáis dioses de plata ni dioses de oro para ponerlos junto a mí.» Éxodo 20:1-6, 22.¹⁸​

Rafael Bueno.

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