Cartas al Director

Tu voz en la Red

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viernes

7

diciembre 2012

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Al fin, la Iglesia se mueve.

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Además de la escalofriante cifra de casi 5 millones de parados hay otras no menos terribles que han saltado a la prensa estos últimos días: el 22% de los españoles están a punto de sobrepasar el umbral de la pobreza mientras que el 4% está ya en situación de privación material severa. España, junto a Bulgaria y Rumanía ocupa uno de los primeros puestos de esta terrible lista

Mientras tanto, la Iglesia Católica, no está sufriendo los efectos de la crisis. Sus miembros, especialmente su jerarquía, viven en otra galaxia ajenos al terrible problema humano que está sufriendo este país. Claro, ellos no han perdido ni uno solo de sus privilegios y no ha sufrido el más mínimo recorte en el dinero que les pagamos entre todos.

A cambio  su dedicación única es la de siempre: acumular poder, propiedades e influencia sobre los gobiernos a los que respaldan y en los que se apoyan. Magnífico triunfo el haber conseguido suprimir ¡al fin! una asignatura que podría convertir en ciudadanos (terrible palabra) a los que solo deben ser súbditos.

Pero al menos en los últimos días hemos visto como la Iglesia de Roma, por fin, se ha movido en auxilio de la gente que sufre. El Jefe del Estado Vaticano, es decir, el Papa, se ha puesto en marcha: estremecido, sin duda, por la trágica situación de su rebaño que, incluso, ya ha llevado a varios de sus miembros al suicidio, ha dedicado muchas horas de arduo trabajo tratando de encontrar la forma de paliar los efectos de este trágico (y provocado) tsunami social.

Finalmente, el Santo Padre, en un supremo y agotador esfuerzo (que no excluye la Inspiración Divina), ha encontrado la forma de aliviar el sufrimiento de las gentes. Y así ha declarado triunfal y solemnemente, urbi et orbi, que los Reyes Magos eran de Huelva.

J.Nieto


domingo

11

noviembre 2012

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EL BRAZO SEGLAR

Publicado por , Posteado enOpinión

“La Iglesia no quema a nadie en la hoguera, eso lo hace el brazo seglar”
Esta frase terrible, paradigma de cinismo de alambique, define muy bien la historia de la iglesia católica. Es la historia de su alianza permanente y sistemática con el poder político, cuanto más absoluto y totalitario, mejor. De éste, no solo se ha alimentado económicamente sino que ha utilizado sus mecanismos represivos para llegar, mediante la fuerza, allí donde no ha sido capaz de llegar por el convencimiento.
Y la historia continúa. En un momento en el que cientos de miles de familias de este país atraviesan el umbral de la pobreza, en algunos casos hasta verse arrastradas al suicidio, la iglesia católica no ha renunciado ni a un solo céntimo de los privilegios que les pagamos entre todos. Pero además, su reacción ante el último fallo del Tribunal Constitucional sobre la Ley que regula el matrimonio entre personas del mismo sexo, es una muestra de la frustración de haber perdido, al menos en esta ocasión, la fuerza del brazo seglar que sustituye su falta de capacidad para convencer.
La iglesia católica lleva mucho tiempo manifestándose como si “derecho” fuese igual a “obligación” lo cual es, obviamente, una burda falacia: Si los católicos no quieren el aborto, nadie les fuerza a practicarlo. Si los católicos no quieren el divorcio, nadie les obliga a divorciarse. Y si los católicos homosexuales no quieren unirse en matrimonio pues, nada más fácil, que no se casen.
Pero sucede que, entre los que se declaran católicos, hay mucha gente que se divorcia, que practica el aborto y que quiere vivir su condición sexual con normalidad. Y la iglesia, anclada permanentemente en el medioevo, reclama, una vez más, que el brazo seglar le siga haciendo el trabajo sucio.

J.Nieto

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