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martes

13

octubre 2015

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Hay que serlo y hay que hacerlo

Publicado por , Posteado enOpinión

Para cualquier cosa que se decida hacer en esta vida, hace falta tener un mínimo de formación  o valía personal para dicho menester. Para cualquier actividad, se exige unos mínimos a la hora de aspirar al desempeño de la misma. Y sin embargo, es curioso que, a la hora de elegir los cargos que nos representan y que manejan durante un periodo de tiempo todo lo relacionado con el funcionamiento diario de nuestras vidas, no nos empleamos en exigir esos mínimos, que a mi modo de entender y debido a la labor que aspiran a desarrollar, debería ser unos máximos.

En consecuencia, los votos dados a una lista otorgan legitimidad para las funciones previstas y asimismo, se presupone la capacitación; así comienza a funcionar el aparato de gobernanza, hasta que el desarrollo diario del desempeño en la función, relate y deje al descubierto a inaptitud del sujeto.

Traslademos ahora esta forma de acceder a los cargos políticos, a cualquier otro aspecto de nuestra vida.

Pongamos por caso que sucede lo mismo con cualquiera de los conductores de vehículos de transporte. Dejemos que conduzcan cualquier vehículo, da igual: pasajeros, material peligroso, maquinaria pesada, contenedores, da igual; ya si a caso cuando se produzca el accidente, veremos si estaba capacitado o no. De igual modo, dejemos que cualquiera sea el que se encargue de realizar las operaciones, los trasplantes … ¡¡que mas da!! el tiempo pone a cada uno en su sitio y ya se verá si sabe o no sabe.

Está usted mezclando churras con merinas, no es lo mismo…

Tiene usted razón. No es lo mismo. Los que elegimos votando actúan y manejan otros campos: nos representan, hablan por nosotros, manejan nuestro dinero, deciden donde gastarlo, influyen en nuestro día a día. Es verdad, no es lo mismo. Hay 3 diferencias bien marcadas:

Que generalmente a diferencia de los demás profesionales, estos actúan sobre la generalidad y no la particularidad…

Que nos delata nuestra individualidad al primar la particularidad sobre la generalidad… y

Que no son profesionales.

Pero si no lo son, porque no pueden serlo, si por lo menos, debemos exigir que puedan parecerlo. Y sobre todos los pareceres que queramos exigirles habría que priorizar dos fundamentales: un mínimo de honradez, por la que podamos sentirnos tranquilos y un mínimo de oratoria, con la que puedan ser capaces de transmitirnos dicha honradez.

Sabemos o creemos que saben hablar y queremos que nos lo demuestren.