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marzo 2014

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Cuando la crisis lleva al cautiverio

Publicado por , Posteado enOpinión

TixeiraCualquier autónomo, pequeña o mediana empresa que mantenga su sensatez aquilatada a criterios de razón y por tanto sea inmune a los sortilegios embaucadores a los que nos tiene acostumbrado el actual Ejecutivo, le será fácil comprobar que la crisis continúa, y que por tanto, la recesión de la economía real mas que haber quedado atrás como engañosamente se quiere hacer creer, sigue empeorando a pasos agigantados, y todo, por la incapacidad de este Gobierno a afrontar soluciones de síntesis.

Por esa obstinación suya en hacer inviable toda expectativa de recuperación al defender por único remedio una inadecuada disciplina a las recetas de austeridad, y no venirse a razones poniendo en práctica soluciones efectivas a través de políticas expansivas y de crecimiento.

Hay elementos de análisis sobrados para confirmar que seguimos soportando una situación de práctico estancamiento, pues ni las condiciones del mercado interno reflejan que la demanda repunte, ni el alto nivel de endeudamiento facilita la continuidad de las prácticas de gasto e inversión, como tampoco, el estancamiento del paro viene a indicar tendencia hacia la generación de empleo.

Habiendo de añadir a ello, de una parte, la disfuncionalidad de un sistema bancario que lejos de normalizar la canalización de crédito hacia la economía real y el consumo, se vuelca a favor de la mas apetitosa práctica especulativa, primando preferencia hacia la financiación política de la Administración Pública; siendo otra restricción limitativa, la adversa valoración que se tiene granjeado este Gobierno, a la que hay que añadir, la acelerada erosión de confianza experimentada por su Presidente como consecuencia de la falta de resultados efectivos y de la ambigüedad de su retórica reformista.

Aspectos que en su conjunto, sumados a la evidente subordinación que el gobierno de Rajoy mantiene hacia las prácticas neoliberales de la canciller Merkel, hacen que se dispare la insolvencia dirigente por efecto de esta atadura de dependencia foránea, hasta el extremo, de reducir a mínimos su margen de maniobra, ocasionando con ello que la economía española no sea dueña de su propio destino, y todo, porque el actual Gabinete está menguado de capacidad para ofrecer respuestas acordes a la dimensión del problema y cerrado a la puesta en práctica de políticas efectivas de recuperación.

De ahí que mientras la cúpula dirigente del país no tome reconocimiento de nuestra realidad distintiva, y en vez de articular soluciones genuinas, opte por salir del actual laberinto atendiendo a consignas exóticas de escenarios divergentes; podrán seguir engañando a la sociedad propagando hasta la saciedad el simulacro de la «recuperación» como cosa cierta, pero lo que nunca lograrán con su impostura será sacarnos del atolladero.

Mientras las empresas declaradas en concurso de acreedores prosigan su tendencia ascendente estableciendo un nuevo record histórico en la destrucción del tejido productivo, y la reforma laboral siga operando como una máquina de destruir empleo, los cronistas del éxito podrán seguir esquivando la evidencia del fracaso, pero la subordinación del poder político al liderazgo de Alemania y la asunción de pertenencia económica al nivel periférico de Europa acabará por quebrar al país y a sus ciudadanos, para ventaja y gloria germánica.

Al parecer el actual Gobierno se conduce sin cualidad reflexiva, pues si así no fuera, no incurriría en ese error político de doblegarse a las directrices de Alemania, cuando el verdadero objetivo teutón nunca fue fortalecer la gobernanza entre los paises miembro, sino ejercer como única potencia económica de Europa a la vez que propiciaba el empobrecimiento del resto de la Unión, siendo buena prueba de ello, el suculento negocio de la adhesión de nuestro país a la Comunidad Económica Europea, operación, donde sus empresas se llevaron de nuestro país, más del doble de millones de euros de los que España recibió de Bruselas.

Habiendo de añadir a ello, que fue esa misma Alemania que hoy se empeña en obstaculizar la reactivación del país con pautas de rígida austeridad, quien con el pretexto de modernizar la economía, exigió en aquella etapa la reconversión de los sectores que podían resultar competidores, para así limitar su capacidad generadora a las necesidades de sus monopolios.

Unas draconianas medidas que afectaron al conjunto de los sectores productivos, y muy especialmente, a la construcción naval, cuya continuidad está en serio peligro de mantenerse el actual factor de dependencia.

De ahí que en tanto las decisiones de futuro sobre nuestra economía sigan a expensas de los intereses alemanes, toda política genuina de dinamización económica mas que ser asumida como una solución habrá de ser concebida como un empacho de entelequia.


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