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febrero 2014

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Imprescindible para el empleo

Publicado por , Posteado enOpinión

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Que la  formación es pieza clave en la generación de empleo es un todo incuestionable, ahora bien,  ello es así solo cuando su contenido  instructivo se ciñe a  reglas de especialización y se ajusta a variables  de carácter estratégico, de tal forma  que su contenido  además de lo puramente docente tenga en cuenta  igualmente las necesidades y prioridades que demanda el mercado laboral.

Pues de no cumplir con estos   requisitos, la formación,   mas que un  medio para alcanzar la empleabilidad, además de  una absoluta pérdida de tiempo resultará ser  un  inútil  modo de gastar la pólvora en salvas, pues al convertirse en   la solución de nada,  producirá el efecto opuesto a su propósito inspirador y por falta de resultados lo único que logrará  será  acrecentar los índices de paro, y mientras, continuará  proyectando  el desencanto y la frustración entre los  destinatarios.   

Lamentablemente esto es lo que verdaderamente está ocurriendo, y por mas mensajes de optimismo que nos quieran trasladar, la realidad pinta en negativo a la vez que nos emplaza  a asumir  que a tiempo presente, la influencia  de la formación en el empleo es totalmente inexistente, habiendo de afirmar al respeto  que a 9 de cada 10 concurrentes a cursos  de especialización, el contenido de los mismos  no satisfizo en nada sus expectativas,  es decir,  no produjo reacción positiva en  su  situación laboral.

Ello se debe al empeño en mantener vigente un  modelo fallido, ese  estándar de formación para el empleo  afrontada  de forma tripartita  por el  gobierno, la patronal y los sindicatos, que actualmente, además  de  estar descontextualizada de la realidad del mercado  laboral ha olvidado su verdadera finalidad, al desarrollarse   sin el ajuste  que impone el nuevo mercado de trabajo con una  estructura productiva expuesta a  constante cambio y  permanente transformación.

A pesar de su notoria  disfuncionalidad, la continuidad de este  adulterado sistema  se mantiene soportado en un trasfondo ajeno al meramente educativo,  que dicho sea de paso importa bien poco; pero tal afirmación no  debe resultar  nada nuevo,  habida cuenta que   la formación para el empleo  lleva 20 años comportándose  como  un negocio sin límites, a través de un combinado juego de poderes  donde los distintos actores  entran en pugna, no para mejorar la calidad del servicio, sino  al solo efecto  de conseguir la mayor cantidad posible de fondos públicos con el exclusivo destino de  satisfacer  su lucro personal.

Y eso es así aunque en descarga, los corruptos protagonistas  busquen la impunidad haciendo creer que la recaudación  de sus excesos    es utilizada para la no menos delictiva función de complementar la financiación de las entidades patronales y de las organizaciones sindicales  de pertenencia.

Ante  la abultada  bolsa  de fraude generado por el uso arbitrario de los fondos de formación, por actualidad mediática, es de  significar el escándalo que estos días  en competencia delictiva vienen protagonizando las mafias  dirigentes  de  los sindicatos y la patronal, y cuyo importe acumulado por exorbitante volumen ha  de ser cifrado  en millones de euros, y esta indebida manera de enriquecimiento, tomando apropiación indebida   del  dinero dedicado a formar gente para sacarles del paro, la materialice quien sea, además de una canallada, es una  práctica que sobrepasa la peor de las indecencias.

Por eso, hemos de percatarnos  que  en este  entramado de corrupción no son las instituciones las artífices del delito, sino los maestros de ceremonia  que conforman su cúpula directiva,  de ahí el craso  error  que supone  en este caso confundir la parte con el todo, e infectar de culpabilidad tanto a la colectividad de empresarios  como  a la afiliación sindical,   cuando estos colectivos y sus entidades de participación son parte ajena a la comisión de  unos hechos  delictivos,  cuyo grueso de fondos corruptos, tienen por único destino  el enriquecimiento de unos degradados  dirigentes,  que ahora,  a través de subterfugios  intentan camuflar su  indigno proceder.

Por eso,  para que estos estamentos de representación  retomen una función  estable dentro del   sistema y recuperen la confianza perdida, no queda otra  que afrontar una renovación exhaustiva de su estructura jerárquica,  expurgando de raíz todo  el lastre  que las invade, y solo   desde la consumación de esa premisa  podrán afrontar una nueva andadura en clave de solvencia., pues toda solución a la crisis de representación pasa forzosamente  por erradicar la impunidad de los corruptos.

Solo desde el escenario resultante será posible adjudicar a la formación para el empleo la naturaleza de su relevancia, pues frenando el mal uso de los fondos consignados, ajustando el contenidos de su finalidad a la nueva  coyuntura y posibilitando reformas  en evaluación  permanente de resultados, ambas y instituciones estarán en condiciones de cumplir con eficacia un papel preponderante con la finalidad de que el sistema de formación para el empleo tenga  los resultados deseados


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