Cartas al Director

LA VIDA: SUPERFICIE Y FONDO

Como he oído decir hace poco a un comunicador de la conciencia, la vida no es una cuestión que hay que experi-mental, sino expri-sentir. El quid consiste en aprender a darle contenido real, a vivirla en profundidad y no perdernos en la superficie, como hacemos la inmensa mayoría.
Eso requiere no dejarse dirigir por los pensamientos parásitos que nos llegan desde todos los ángulos, sino manejar los tiempos que diríamos. Y esto se produce no cuando estamos ocupados en nuestras cada vez más numerosas actividades, sino cuando estamos realmente presentes en lo que hacemos. Cuando somos, por decirlo de otra manera, conscientes.
De tal manera que el mundo superficial de las formas (nuestro cuerpo, los objetos, nuestras emociones o pensamientos, que también forman parte del mundo de las formas, aunque sean más sutiles que las materiales) esté presidido la mayor parte del tiempo por nuestra Presencia que observa el mundo. Por lo que auténticamente Somos.
Y hay tres maneras fundamentales de vivir desde la Presencia: desde el entretenimiento, el entusiasmo o la aceptación de lo que «nos toca». Pero habrá que añadir que, si «lo que nos toca» no conseguimos convertirlo en satisfactorio a través de esa presencia consciente del momento, habrá que abandonarlo.