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abril 2016

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Nació en el “paraíso” de la muerte.

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He realizado este trabajo, cuya fuente de datos es de: “M. P. Villatoro en ABC”, dado que considero que es bueno que en este tiempo en el que parece que tanto “jugamos” y “coqueteamos” con la muerte, con la violencia y con la guerra, sin darle importancia, ni percatarnos de su gravedad, y en el que creamos además tantas estructuras bélicas; este tremendo e insólito caso de esta niña que nació inmersa en los avatares terribles de la segunda guerra mundial nos puede ayudar a reflexionar sobre la dimensión infrahumana y absolutamente intolerable de la guerra, de la violencia y del terrorismo, sea cual sea y suceda donde suceda.

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Eva con su madre

La historia de Eva Clarke, es la de una de las pocas niñas que logró sobrevivir a las matanzas de bebés que los alemanes practicaban en Mauthausen. Y esta historia de Eva está totalmente interconexiónada a la de su madre, a la que todos llamaban Anka. Esta mujer, Anka, era natural de la República Checa  y antes de la llegada de Adolf Hitler al poder, fue ya encarcelada en el gueto de Terezín, sólo por ser judía.

En junio de 1944, quedo embarazada y a su vez tristemente fue trasladada a Auschwitz. Allí logró eludir los exámenes del cruel doctor Josef Mengele; un detestable, nefasto y siniestro doctor que ansiaba encontrar mujeres con un pequeño dentro para poder experimentar con ellas.  Anka logró también  esconder su embarazo para que ninguna de sus compañeras la delatase. Ciertamente tuvo suerte pues, si los soldados de las SS hubieran detectado este hecho, la hubieran torturado y asesinado por mentir al apodado, por su terrible crueldad, «Ángel de la muerte».

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Su madre Anka.

A finales de abril, y tras sufrir todo tipo de penurias, Anka fue enviada a Mauthausen, un campo de concentración ubicado en el norte de Austria que era conocido por su apelativo de «Quebrantahuesos» debido a las duras e inhumanas condiciones en las que se obligaba  trabajar a los presos. El 29 de ese mismo mes la judía llegó al lugar después de un escalofriante viaje, en el que iba aprisionada en un tren fétido y putrefacto junto a miles de reos.

La llegada le impactó tanto que, de improviso, empezó a sufrir contracciones y se puso de parto. La noticia cogió por sorpresa a los nazis quienes, debido a la desnutrición de la joven que entonces tenía 27 años y a que la ropa que llevaba era sumamente ancha para su cuerpo, no se habían percatado de su embarazo. Al no saber por qué gritaba de esa forma aquella presa, y quizás para quitarse el problema, los soldados de las SS la arrojaron a un carromato lleno hasta los topes de cuerpos esqueléticos llenos de tifus. Fue allí, precisamente, en el que podríamos llamar “paraíso” de la muerte, donde fue alumbrada la pequeña Eva.

xEva vino al mundo cuando se hacía la noche en Mauthausen, entre miles de enfermedades y en un campo de concentración diabólico que ya se había llevado de una manera espantosa y terrible las almas de miles de personas. Pero ni la suciedad, ni el dolor, ni lo escandalosamente caótico de la situación, ni saber que su bebé podría dejar este mundo en cualquier momento, dadas las condiciones de salud o a manos de los alemanes, privó de la alegría a Anka. Ella rebosaba felicidad junto a su bebé. No obstante, sabía que, dadas las nefastas circunstancias, no tardarían en quitárselo de entre los brazos.

Lo cierto es que tuvo suerte, pues lo que nuestra protagonista no sabía es que, por aquellas fechas, los nazis andaban ya terriblemente tocados por la inminente llegada de los aliados a Austria.

Quizás por eso, o quizás por mera suerte, Kauderová fue llevada junto a su recién nacido hasta la enfermería del campo. Y nos dice ella:

  • “Para cuando llegamos, los alemanes estaban asustadísimos y empezaron a darnos de comer”.
  • “El día anterior nos habrían matado sin miramientos y, de pronto, gracias a Dios, y al buen hacer de las tropas americanas, todo se había arreglado”.

mTales fueron las atenciones de los miembros de las SS, que hicieron llamar a un médico para que le hiciese un examen al bebé y además comprobarse su sexo. Aunque erróneamente, como se comprobó después, dijo que era un niño.

Pasaron los días mientras Anka y su bebé trataban de sobrevivir en la enfermería:

  • Por suerte, Dios y el destino quisieron que, a pesar de la desnutrición que sufría, la madre tuviera suficiente leche en sus senos como para poder alimentar a su pequeño.

Así lo hizo mientras que, en el exterior del campo, la tensión de los alemanes podía palparse. La causa era obvia: los americanos habían entrado en Austria  y se disponían a llegar hasta el pueblo de Mauthausen para descargar todo su lógico odio acumulado sobre siniestros soldados que defendían el lugar.

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Eva con la periodista

El temor de los nazis terminó materializándose, el 5 de mayo de 1945, varios días después del suicidio de Hitler, cuando llego una escuadra de reconocimiento perteneciente a la 11ª División Acorazada de los EE.UU.

Los norteamericanos acudieron al lugar pensando que era una gigantesca fábrica, pero cuando se percataron del horrible hedor que emanaba de allí decidieron subir hasta la cima de la loma para investigar qué era aquello. Cuando llegaron no pudieron creer lo que vieron:

  • Esqueletos andantes y semidesnudos, cadáveres por doquier y algunos cobardes germanos dispuestos a rendirse.
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Eva

Así narró aquel traumático suceso el capitán Alexander Gotz, del Destacamento Médico del 41º batallón perteneciente a la 11ª División Acorazada:

  • “Era un día cálido y soleado, mi conductor, Edwards, avanzó por el camino serpenteante del pueblo de Mauthausen, hacia la cima de la colina donde se alzaba el campamento. A mitad de camino notamos un olor dulzón que se hizo más fuerte cuando nos acercamos a la cumbre, y que era sin lugar a dudas el de los cuerpos en descomposición”.

Y continúa:

  • “Cuando comenzamos a trabajar nos percatamos de la inmensidad de los horrores cometidos por los alemanes. El sufrimiento y la muerte fueron de tal magnitud que es imposible describir el lugar. Pasamos de barracón en barracón. Encontramos muchos muertos en literas triples junto a personas que estaban demasiado débiles como para arrastre fuera de allí. La mayoría de ellas murieron cuando las sacamos a la calle. También encontramos un gran número de cadáveres rígidos, apilados como leña”.

imagesDurante esta visita los americanos entraron en la enfermería:

  • Allí encontraron a Anka, quien pesaba unos 30 kilos y a su bebé de 1 kilo y medio.

Aquella visión les asombró tanto que, tras dar a ambos de comer, les sacaron fotografías y grabaron algunas imágenes para un posible documental. Muy probablemente, eran pruebas para atestiguar que lo que allí había ocurrido era real, y no un macabro e irreal cuento sobre el infierno.

image007Fue entonces cuando uno de ellos le dio la buena nueva: el retoño era realmente una niña. La mujer no pudo ser más feliz:

  • ¡Me quedé encantada! ¡Siempre había querido una niña! Era como un angelito

Solo le quedaba una tarea, ponerle nombre, y no tardó en hacerlo: Eva. Tan feliz estaba por la llegada de sus libertadores y por aquella noticia, que decidió además que cambiaría la fecha de nacimiento de su pequeña y esta pasaría a cumplir años el 5 de mayo, el día de la liberación del campo de concentración. Posteriormente acudió a la oficina de registro de la ciudad para que Eva recibiese un certificado de nacimiento, en él se determinó que el lugar en el que la pequeña había venido al mundo era el: “Campo de concentración de Mauthausen”.

KZ Mauthausen, Sowjetische KriegsgefangeneJunto a ese documento y a otros tantos, como ese otro que certificaba que habían sido presas de los nazis; la checa partió hacia Praga el 20 de mayo.

Su objetivo era regresar a su antiguo hogar y esperar allí la llegada de Bernard, el padre de Eva. Este, por su parte, se encontraba en paradero desconocido desde que los nazis le habían llevado a Auschtwitz. Anka sabía que ese nombre era sinónimo de muerte, pero aun así no perdía la esperanza.

Pocos días después, desgraciadamente, Anka se percató de que no sabía si le quedaba un hogar al que regresar y una familia sobre la que apoyarse. Para su desgracia, pronto descubrió que sus más allegados habían sido asesinados por los alemanes. Tanto sus padres como sus tíos.

Exposicion-Mauthausen-Ontinyent_EDIIMA20131007_0716_4Pero fue especialmente duro para ella saber que Bernard había dejado este mundo. Y que muy probablemente tuviese lugar, durante una de las denominadas «marchas de la muerte» alemanas, unos viajes en los que las SS obligaban a andar muchos kilómetros a los reos de un campo de concentración a otro.

Sola y con una pequeña a su cargo, terminó acudiendo a la casa de una prima lejana para poder tener algo de calor humano.

 

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