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septiembre 2014

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Otro municipalismo es posible

Publicado por , Posteado enOpinión

Se ha de tomar conciencia  que la reforma electoral del PP, no es más que un intento de controlar las alcaldías a través de un proceso de deterioro democrático,  que en si mismo entraña una dificultad insalvable para trabajar por el interés general y el bien común de la ciudadanía, y por tanto, es obligado combatir con rotundidad.

Aún no existiendo un proyecto de ley al respecto, solo quien practica la controversia política de  adjudicar medallas de Castelao  a la par de negarse  a condenar los excesos del franquismo,   unilateralmente y a menos de un año de las elecciones municipales, se le puede ocurrir el dislate de seguir alimentando la sinrazón de echarle un nuevo pulso a la democracia para alterar  por propio rédito político la vigente normativa que regula el proceso electoral en el  ámbito local, y  todo, desde la perversa oportunidad que le brinda el hecho de disponer   de mayoría absoluta en las Cortes Generales, aún cuando tal ventaja, al no ser otorgada para dicha finalidad haya  de entenderse   como un proceder  de pura  conveniencia, utilizado al solo objeto de burlar  la  expresión  mayoritaria  de los electores, cuyo escamoteo, reviste de nulidad  su contenido dada su condición ajena   a la voluntad  popular.

Hablar por tanto de regeneración democrática al referirse a semejante simulacro, cuando lo que en realidad  pretende el PP es  cambiar las reglas del juego para garantizarse el mayor número de alcaldías,   viene a   acentuar    su  acusada nostalgia del pasado  y por analogía, su manifiesta tendencia   de aproximación  a la «democracia  orgánica» de tiempos pretéritos.

Toda una ofensiva  reaccionaria  que pone al descubierto  el verdadero ADN político de quien intenta  sustituir el sufragio universal, libre, igual y  directo por una versión cada vez mas comparable  con la utilizada en aquellas  elecciones corporativas por el tercio familiar de épocas del  franquismo, y cuya finalidad al igual que entonces,   tiene por único objetivo hacerse a cualquier precio  con el control de  los ayuntamientos, como eslabón de enganche para asegurarse el poder omnímodo del Estado

En tal sentido, haciendo destape de la realidad es obligado confirmar  que las nuevas reglas de juego   que promueve el PP al margen de los electores, por mas excelencias  publicitarias  que  se le atribuyan,   su verdadero propósito se  corresponde  en exclusiva  con  un ejercicio de absolutismo en clave partidista, que además de  no beneficiar en nada  a la ciudadanía tampoco viene a  mejorar los niveles de calidad de nuestra democracia; pues aparte  de ahondar  en la desigualdad del voto, facilita la entrada en escena  de la inconstitucionalidad que representa la nueva modalidad del reparto de escaños de concejal, al ser distribuidos de forma desigual, acorde a  la atípica consumación de una mayoría divergente con  los apoyos obtenidos en las urnas.

Aparte de la dudosa constitucionalidad que rodea la iniciativa reformista del PP, el contenido de la misma es un ataque a la línea de flotación del municipalismo

Pero no solo  es Rajoy y su séquito de allegados quienes intentan disfrazar de normalidad  este ataque frontal a la democracia,    sino que  los representantes  del sector conservador del municipalismo,   sin tampoco escuchar la opinión de sus directos electores, dejándose llevar exclusivamente por los dictados  de su partido, no dudan en hacer una defensa cerrada del  planteamiento  de Reforma de  Ley Electoral Municipal esbozada por los mas destacados miembros del Ejecutivo.

Y  así, mientras los   candidatos designados a dedo en el seno de la organización conservadora, se atreven  a  erigirse   en   adalides de la representatividad utilizando por  interesado argumento la necesidad de reforzar la voluntad ciudadana frente a los pactos,   la  falacia de sus postulados se hace patente  cuando a espaldas de los electores,    optan   por  darle continuidad al anacronismo que  supone hacer gala de demócrata  al tiempo de participar activamente  en  la incongruente   elección indirecta de los diputados provinciales, donde al parecer, si procede mantener  vigente lo que resulta a todas luces injustificable

Nadie cambia las cosas para perjudicarse,  por eso que  tras la propuesta de Rajoy  de variar el régimen electoral  introduciendo  un sistema de representación a la carta, mas que percibirse un  fortalecimiento  de   la democracia a nivel local, se advierte  la devaluación de la representatividad  institucional, como también  una merma del  pluralismo social y político; síntomas de involución,  propios del debilitamiento que en  todo sistema de libertades, surge  cuando inadecuadamente, en clave partidista  se altera  la normativa que regula los procesos electorales,  y en consecuencia a ello,   se propicia que una minoría pueda ejercer el gobierno  contra la voluntad de la mayoría.

Aparte de la  dudosa constitucionalidad que rodea la iniciativa reformista del PP sobre la elección directa de alcaldes a través de la lista más votada, el contenido de la misma   es un ataque a la línea de flotación del municipalismo, por cuanto, su finalidad no responde tan solo al interés por conservar artificiosamente su representación hegemónica ante un mas que predecible revés electoral, sino que su aplicación por restrictiva causará una clara regresión  al  autogobierno local,   justo cuando la auténtica  regeneración de los ayuntamientos mas que adulteraciones democráticas como la presente,  exige  la puesta en práctica  de  medidas que contribuyan a garantizar  mayores  cotas de democracia real, directa y participativa.

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