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febrero 2015

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Una de las dos Españas

Publicado por , Posteado enOpinión

Las contingencias derivadas de la marginación y desigualdad social, no solo ensancha la brecha entre ricos y pobres, sino que provocan alto riesgo en el funcionamiento y la estabilidad democrática

Allá  por 1912 el insigne Antonio Machado, plasmaba  el escenario  de la España bipolar de aquella época mediante  la publicación de  su  famoso poema Españolito, que versionaba la dualidad  enfrentada  entre una   España progresista dispuesta a abrirse paso  hacia  la modernidad, y la otra, conservadora, empeñada  en cerrar todo acceso a  la primera; es decir, un contraste  de valores entre los que confiaban  el futuro a la  superación y a la fuerza de voluntad del conjunto de la ciudadanía, y otros que en el extremo opuesto  lo encomendaban al destino determinista de lo existente, o lo que es lo mismo,   al dictado de sus propios intereses.

Pues bien, justo un  siglo después, cuando en buena lógica  tras  la instauración de la democracia  debiera  quedar  superada  aquella bipolaridad discordante, paradójicamente,   es cuando los proverbios escritos  por   el poeta  hispalense  cobran mayor actualidad, y así, por mas que muchos creyésemos sorteada aquella etapa, también ahora se le  hiela  el corazón al mas pintado ante la  realidad  divergente de una sociedad escindida, en esta  España de paridad   contrapuesta, donde las miserias de los marginados entra en confrontación  con la opulencia de los agraciados,   ya que su  profusión por dilatada, trae a colación,    que  las amargas experiencias sufridas por millones de españoles  en aquellos tiempos, mas que formar parte de la historia  toman cuerpo de actualidad.

Por tanto, negarse a reconocer esa evidencia como hace el presidente Rajoy vistiendo de rosa intenso la realidad del país, tiene por equivalencia,   asumir como propia la autoria de la conflagración que en ciernes  amenaza con librarse  entre  las dos esferas disentidas  de   nuestra estructura  social, es decir, entre la clase media que conjuntamente  con los  grupos más desfavorecidos han sufrido el mayor impacto de la  crisis, cuya severidad repercutida   situó  a mas de  13 millones de sus afectados en riesgo de pobreza y exclusión social, contra aquellos otros que en versión opuesta, sacan partida  de la situación utilizándola para afianzar aún más sus desmesuradas plusvalías, tal como pone de manifiesto los exorbitante  9.756 millones de euros de beneficio neto de una banca recién rescatada  con dinero público, o en su caso,  el record de rendimientos  conseguido en plena crisis  por  las  empresas  del Ibex 35.

Resultados que por contrapuestos  son la perfecta reproducción de una  las mas anacrónicas   aportaciones del neoliberalismo, comúnmente reconocida    como  la “sociedad de los dos tercios”; aquella donde el sistema político dominante, para preservar  sus propios privilegios, se granjea  aliados a su causa  garantizando  estratégicamente como dación en pago,  la interinidad económica y laboral de las dos terceras partes de una  población que se cree favorecida, al tiempo, que  desamparan  sin contemplaciones  al tercio restante, postrándolo en la miseria y la exclusión, consolidando así la dinámica  del “sálvese quién pueda” con la finalidad de lograr el enfrentamiento y la fragmentación social, para desde la división, ensanchar las desigualdades con la  supresión de los recursos de protección social en su vertiente redistributiva y asistencial.

Estas prácticas por degradante son expositivas de que nuestra democracia no pasa por su mejor momento

De ahí que el  enorme deterioro que la cohesión social ha  experimentado en nuestro país durante los últimos 7 años,   sea  sin duda la causa de la creciente fractura social  y del severo aumento de las desigualdades, pero con todo, la verdadera  naturaleza de la situación parte de las continuas y perversas medidas   que en idéntico periodo  fueron articuladas por  el dueto gubernamental  PSOE – PP y que paulatinamente  además de debilitar hasta la extenuación al Estado de Derecho, hicieron de la democracia una parodia y un libelo de la Constitución, para así, invocando la salvación del país con la crisis por tapadera, imponer como  modelo de convivencia, el neoliberalismo más descarnado y completamente inverso a lo sustentado por consenso constitucional., utilizando este entorno  de conveniencia para llevar a termino la operación de desmontaje  del Estado de bienestar y la reducción a la mínima expresión  de los  sectores más sensibles del Estado social.

Estas prácticas por degradante son  expositivas de que nuestra democracia no pasa por su mejor  momento,   y que los obligados en primer término a salvaguardar su continuidad, han desertado apostando  por la  involución, con la ostensible intención  de devolvernos  a nuestro pasado más oscuro como pone de  relieve la ofensiva desatada contra  el  marco constitucional, y el ataque sin cuartel   contra  el modelo de convivencia  como  a nuestros derechos sociales; medidas que por su tinte extremistas  son la  reafirmación de  viejas tesis, que aparte de resucitar el espíritu beligerante de las dos Españas tienen por perversa finalidad acentuar las desigualdades entre la ciudadanía con la expresa intención  incitar  confrontación.

La última palabra siempre han de tenerla  las urnas, de ahí que a  pesar de todo, nadie en sus cabales debe  entrar a la provocación que tienden los actuales agitadores políticos, empeñados en reproducir en el  país  las  dos Españas de otrora  para que sea  una de ellas, como decía  el poeta,   quien nos  hiele el corazón.



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