Hoy en la sociedad actual y en la política hay:

ü Muchos lobos con piel de cordero.

ü Muchos déspotas desvergonzados.

ü Muchos que codician lo ajeno y que con sus mentes fraudulentas consiguen por todos los medios sus objetivos de obtener riqueza y poder.

ü Muchos que ocupan altos cargos y que con apariencia de fidelidad a sus principios viven sumergidos en la indigna infidelidad hacia todo y hacia todos.

¡Cuidado, no nos dejemos engañar!:

ü Cuidado que con su astucia nos engañan y nos engañarán con facilidad al menos que estemos alerta.

En el Parlamento que se ha constituido actualmente, en los Ayuntamientos y en las institucones, es fácil encontrar:

ü Personas agresivas y con talante violento.

ü Persona sin valores educativos y sociales.

ü Independentistas y Extremistas.

ü Libertinos degenerados.

ü Anticonstitucionalistas y Antidemócratas.

ü Antisistema y Anarquistas.

ü Activistas de la violencia y Enaltecedores del terrorismo.

ü Laicistas que quieren impedir, a toda costa, las creencias de los demás.

ü “Buscavidas” que sólo buscan el sillón para subir con rapidez y a cualquier precio.

ü Incultos e ignorantes.

ü Revolucionarios y Dictadores.

ü Chavistas y Antiespañoles.

ü Delincuentes y Ladrones.

ü Déspotas y Amantes del poder.

Y Partidos Políticos cuya meta principal es romper España, acabar con su democracia y destruir su estado de libertades y su estado de bienestar.

Atentos que:

ü La democracia, la estabilidad, la libertad y la paz están amenazadas.

Y que el enemigo está dentro y bien estructurado.

En el cielo tendremos:

—  Ausencia de sufrimiento y de enfermedad.

San Pablo nos recuerda:

ü “El sufrimiento del tiempo presente no es nada en comparación con la gloria que le espera a los hijos e hijas de Dios”.

Y también estaremos libres:

ü De toda enfermedad:

Emocional, física, moral, espiritual, social y psicológica.

—  Paz absoluta.

San Agustín define la paz como:

ü “La tranquilidad del orden”.

En el cielo, el orden es total y la paz universal.

¡Shalom!  ¡La paz sea con vosotros!

—  Un gozo inalterable

Para muchos hoy en día, su estado emocional se puede comparar a una montaña rusa. Sucede en nuestra vida terrena:

ü Un día estallamos de gozo, estamos en la cima de la montaña rusa.

ü Al día siguiente vamos «de bajada» y nos ciega por completo una nube de desolación.

Pero en el cielo no será así.  En el cielo, nuestro gozo será completo.

—  Una Luz permanente.

El pecado es dejar a Jesús, y entrar en una espesa y muy triste oscuridad.

En el cielo el rostro de Jesús brillará sobre nosotros sin cesar y no tendremos necesidad de alguna otra luz:

ü Jesús es la: “Luz del mundo” y será nuestra brillante Luz en el cielo por toda la eternidad.

—  Colmados nuestros deseos de felicidad.

Tendremos la completa satisfacción de todos nuestros deseos.

Podremos disfrutar de todos los inmensos bienes sin ningún tipo de límite.

San Pablo nos dice:

ü “Ni ojo vio, ni oído oyó lo que Dios tiene preparado para los que le aman”.

—  A nuestros familiares y amigos.

En el cielo podremos disfrutar de la presencia constante de todos aquellos a los que hemos querido y a los que hemos conocido.

Y entenderemos a la perfección, sin que nos produzca dolor, si falta alguno de nuestros seres queridos; pues allí todo está al descubierto y tendremos la sublime inteligencia para conocerlo todo bajo la nítida, limpia y perfecta óptica del mismo Dios.

—  A los Santos.

Los santos serán nuestros mejores amigos.

Ellos, en palabras de San Juan XXIII. Papa, son:

ü «Las Obras maestras del Espíritu Santo”.

Son:

ü Alegres, dinámicos, fuertes, inteligentes, cariñosos, atentos, cautivadores y carismáticos.

—  A los Ángeles.

Y como si fuera poco tener como mejor amigos a todos los santos, hay más ¡Los Ángeles!:

ü Los Ángeles son superiores a los santos en el poder de su intelecto y en la intensidad de su voluntad.

Santo Tomás de Aquino los divide en jerarquías llamadas:

ü Coros, Serafines, Querubines, Virtudes, Tronos, Dominaciones, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles.

—  A la Santísima Virgen María.

En el cielo ya no estaremos en este valle de lágrimas…

La nube de decaimiento, tristeza y desesperación causados por el pecado desaparecerán.

ü Un sin número de los mejores artistas han tratado de captar en pintura la majestuosidad, grandeza y la belleza de la Santísima Virgen María: ¡Pero siempre se han quedado cortos!

—  A Jesús nuestro hermano mayor.

Aún de mayor magnitud será la inigualable presencia de Jesús.

En este campo de batalla constante que es la tierra, tristemente podemos perder amistad con Jesús debido al pecado mortal.

Una vez que hayamos cruzado la meta, que hayamos llegado al destino final, y hayamos ganado el galardón, “La Medalla de Oro de la Gracia”:

ü Jesús será nuestro Gran Tesoro. Será nuestro:

• Amigo, Compañero, Señor, Dios, Salvador y Nuestro Rey por toda la eternidad.

—  A la Santísima Trinidad.

Las realidades dolorosas como:

ü La soledad, el aislamiento, la separación y el abandono.

Son inexistentes en el cielo.

¡El cielo es una familia!:

ü Los Santos, los Ángeles, la Santísima Virgen María y Jesús.

Pero hay más.. :

En su naturaleza Dios es familia, es la Santísima Trinidad:

ü El Padre, Hijo y Espíritu Santo:

• Dios será nuestro Padre amoroso por toda la eternidad.
• El Hijo, Jesús será nuestro hermano mayor para siempre.
• Y el Espíritu Santo será eternamente nuestro amigo íntimo.

Les amaremos y nos amarán y seremos envueltos en este vínculo interminable de amor.

Fuente: http://padreescobita.blogspot.com.es/

En este tiempo en el que es bastante frecuente la presencia:

ü De hipócritas, de altaneros, de personas con doblez, de sepulcros blanqueados, de fariseos.

ü De personas: orgullosas, insensibles con los demás, deshonestas y poco creíbles.

ü De traidores que ante si se presentan como corderos y son lobos carroñeros que incluso con una sonrisa buscan, de una u otra manera, quedarse contigo, con lo tuyo o con ambas cosas.

ü De personas con doble moral que siempre justifican sus actos y que en la mayoría de los casos les mueve: el egoísmo, la trapisonda y el enredo para cumplir sus objetivos.

ü De creyentes que piensan o que actúan con la desfachatez de creer que, hasta en la iglesia y fuera de ella, pueden engañar a Dios y a los demás simultáneamente

En este tiempo en el que, por desgracia, te puedes fiar de muy pocas personas, dado el alto nivel:

ü De incoherencia, de deshonestidad, de transparencia y de limpieza.

Nos viene bien una parábola de Jesús sobre la verdadera oración, la actitud farisaica y la verdadera humildad:

<<Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás:

Dos hombres subieron al Templo para orar, uno era fariseo, y el otro publicano:

ü El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros:

• Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano.
• Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo.

ü Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:

• Oh Dios ten compasión de mí que soy un pecador.

Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado (Lc).>>.

Estas personas anteriormente descritas, y que están además representadas en esta parábola de Jesús, habitualmente no sólo quieren engañar a los más cercanos, y de hecho los engañan en muchos de los casos, sino que quieren engañar a la sociedad y al mismo Dios:

ü Estas personas además producen un gran escándalo porque en muchos casos tendrían que dar ejemplo y por el contrario:

• Traicionan su propia causa.
• Traicionan sus creencias.
• Y se traición a sí mismos.

Convirtiendo en corrupto todo lo que les rodea.

ü En muchos casos, personas como éstas, pierden la honorabilidad que quizás han ganado durante muchos años, pierden el decoro, pierden la honestidad y se convierten en despreciados de la sociedad e incluso de sus propios hijos y de sus propios colaboradores.

De honorables se convierten:

• En escoria social.
• En personas que de ser apreciadas por todos tienen ahora que deambular en las cloacas, junto al fango de la inmundicia y de la podredumbre.

Estos, en muchos casos:

ü Esconden sus rostros porque se avergüenzan de su nueva condición.

ü Abandonan sus creencias dado el alto nivel de su deslealtad.

ü Son despreciados por su propia familia y por su propio entorno.

ü Y si se miran al espejo no son capaces de  descubrir su rostro deformado por las miserias de su vida, por la fangosidad de sus acciones y por su doble moral.

El orgulloso, el hipócrita, el desleal, muchas veces:

ü Toma una benévola apariencia espiritual pero que esconde un grave pecado de soberbia, difícil de curar, porque está llena de buenas obras quizás, pero no para la gloria divina.

ü Usa a Dios rastreramente para la propia gloria.

La oración del fariseo es rechazada por Dios porque sus pensamientos son fruto del orgullo espiritual:

ü En ocasiones hace cosas difíciles y loables en sí mismas, pero con intención torcida.

ü Busca el secreto orgullo de saberse o creerse perfecto.

ü No le mueve el amor a los demás ni el amor de Dios, y no es consciente de que, sin la ayuda del Señor, no puede nada.

El publicano, en cambio,  sí es consciente  de su propia indignidad y por eso se arrepiente y pide perdón:

ü No se compara con nadie, ni se cree mejor que nadie. Él se sitúa en su sitio y Dios: le mira con compasión, le justifica.

ü La suya es una oración humilde, autentica, realizada con nobleza.

Y, por eso, es escuchada, arranca las bendiciones del cielo y queda perdonado.