Cartas al Director

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viernes

7

febrero 2014

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El paro, una deprimente realidad

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Cuando al año de ser rescatada con dinero público, la banca progenitora  de la crisis redobla de júbilo alardeando haber multiplicado por cuatro sus beneficios en el último ejercicio, no piense nadie que tal dato indica que la economía del país tenga salido del atolladero, lo único que viene a incriminar  esa cuenta de resultados es la  deslavazada política llevada a término por el actual ejecutivo desde el origen de la legislatura, por cuanto, al patrocinar que la especulativa bancaria prosiga su desenfreno a costa de financiar al propio Estado, favoreciendo esa práctica ventajista, además de promover una  competencia desleal,   Rajoy y el  PP están contribuyendo  a que la inhibición bancaria hacia la economía productiva motive una situación de  inanición financiera, cuya deriva,   trae implícito  la destrucción en cadena  del tejido empresarial provocando por añadidura la absoluta inviabilidad de rehabilitación del mercado laboral  y por consiguiente la imposible creación  de empleo.

Pero con todo,  teniendo carácter determinante no debemos  circunscribir en exclusiva los motivos del paro al fracasado sistema bancario, pues  aún sabiendo que su prelación se orienta a la actividad especulativa con declinación a  intervenir en la economía real y a financiar proyectos  empresariales; existen otros hándicaps de acompañamiento que conjuntamente  componen el combinado explosivo que nos condujo y nos mantiene en la caótica situación de desempleo  que padecen 6 millones de ciudadanos, cuantía  que mas que decaer mantiene una clara   tendencia ascendente.

Causas  que en modo alguno  se debieran  tapar con la  recurrente excusa de una infundada  rigidez  del mercado de trabajo o la puesta en práctica  de una errónea reforma laboral, cuando los verdaderos impedimentos  al margen de los factores netamente financieros, giran en torno a inconvenientes de otra índole, como resulta ser  la inutilidad en afrontar  como país una reorganización profunda de nuestro sistema económico  y la diversificación de los sectores productivos, una limitación agravada por la  suspensión del papel dinamizador que para la economía y el empleo ostentaran las  Pymes y los  autónomos, a lo que hay que añadir,   el oscurantismo en lacontratación  pública, y sobremanera, la corrupción política cuya repercusión produjo un cataclismo en la  estabilidad del país, que claramente,   además de ocasionar  una degradación política de primer orden, fue y es el  principal escollo  que impide  la reactivación económica    y  la creación de empleo.

Partiendo de la premisa  que el prestigio de la democracia depende de la ejemplaridad de los comportamientos políticos y la rectitud de las instituciones públicas, en el actual estado de cosas, es difícil  asumir  la fiabilidad de cualquier cambio a positivo cuando su  autoría intelectual viene a recaer en individuos de moralidad despistada,   o en sujetos de baja calaña  a los que no les interesa lo mas mínimo ni la regeneración democrática, ni la supresión del nepotismo, como tampoco el cese de la corrupción  o la imposición de medidas  de transparencia contractual, por cuanto  su acción política se remite en exclusiva  a la  continuidad de sus privilegios lucrativos  y paradójicamente este perfil de conducta es la referencia dominante entre quienes  para desgracia colectiva  tienen entre sus  cometido dar solución a un problema que como el desempleo, ni sienten  como propio ni les afecta a sus intereses.

Por esa falta de sensibilidad y las contradictorias políticas de aplicación, resulta  una canallada  estar alimentando falsas expectativas al asegurar que en  el  2014 habrá creación neta de empleo,   cuando tal afirmación es una completa falacia si persisten  las  actuales políticas de corte neoliberal,     siendo la mas contundente réplica  a tal estimación, la  tasa de paro en torno al 27%, toda una  muestra evidente del fracaso resultante de una austeridad a ultranzas   que puede ser la herramienta para seguir enriqueciendo a la banca,   pero para nada  la solución apropiada  para aumentar la actividad económica, tal es así, que desde la entrada en vigor del programa de austeridad impuesto por la troika (Comisión Europea, BCE, FMI), en la primavera del 2010 hasta finales del 2013, no se  ha logrado  ningún resultado positivo en términos de mercado laboral, es mas,   es de referir  que en dicho periodo, se han perdido 1, 6 millones de empleos, o lo que es lo mismo  un 8, 5% de la ocupación total existente en aquel entonces.

Todo ello indica que si la degradación política es el lastre, la austeridad es el obstáculo para poner remedio al problema del desempleo,   y sin apostar por un cambio radical hacia  la regeneración democrática  y la instauración  de  políticas de crecimiento, pese al chorro  propagandístico del Gobierno, esa interpretación de mejoría puntual que deducen de los indicadores macroeconómicos,   mas que un preámbulo a la  prosperidad  será una prorroga al continuismo en el desempleo,   de ahí que resulte  incongruente  seguir alimentando  abstracciones; pues solo desde la estabilidad  política  y la reactivación del tejido productivo via pequeñas y medianas empresas y autónomos, se encaminará un tránsito fiable  y efectivo hacia la creación de empleo. Siendo todo planteamiento una pura estratagema



viernes

4

octubre 2013

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Sin empresas no hay empleo

Publicado por , Posteado enOpinión

No cabía aguardar otro resultado distinto, pues el incremento del paro durante el mes de septiembre era un todo esperado; cifra que vino a corroborar que para nada se ha invertido la tendencia a la destrucción de empleo, desautorizando asimismo la euforia del Gobierno, que lejos de interpretar el descenso de los últimos meses en adecuados términos de estacionalidad, se empeñó hasta la saciedad en traducir los datos de ese habitual vuelco de temporada en todo un síntoma de reactivación.

Si en toda acción de gobierno no resulta recomendable negar la evidencia, la situación llega a la estupidez política cuando los gobernantes huyen de la realidad porfiando en repetir sus errores, y justamente esta es la actitud en la que incurre el Ejecutivo del PP a la hora de evaluar el negativo alcance de sus medidas de empleo, pues en vez de asumir sin mas paliativos su adversa repercusión y proceder vía enmienda, sus miembros, en un embate de prepotencia deciden sacar pecho alardeando de tener en su haber los mejores datos de evolución estadística de los últimos tiempos, es decir, la actitud propia de quien en vez de tomar contacto con la racionalidad, opta por la dirección opuesta apostando por la perogrullada como refrendo a su nefasta política laboral
Por mas suplantación de competencias que se pretenda, los hechos demuestran que no es el Consejo de Ministros el referente de generación de empleo, sino las empresas y los empresarios; pero para que el papel de los agentes empresariales pueda llevarse a término, las medidas políticas de acompañamiento han de estar dirigidas a reavivar la economía, objetivo que no se logra con imperativos de austeridad a ultranzas o con la obstrucción de las fuentes de financiación, por cuanto tales prácticas, intensifican la caída de la actividad económica repercutiendo negativamente en el comportamiento del mercado laboral, aspectos que además de disparar el índice de desempleo acrecentan la volatilidad de la tasa de paro.
Para reorientar las políticas de empleo es ineludible un cambio de enfoque, una mudanza de perspectiva que pasa por tomar razón fidedigna de la realidad, por asumir que desde la aparición de la crisis económica fueron más de doscientas treinta mil empresas las que se vieron obligadas a echar el cerrojo a su actividad. Toda una escabechina en la estructura productiva, que mayormente, vino provocada por las sucesivas medidas de austeridad impuestas desde el Gobierno con la excusa de adelgazar el déficit público y reactivar la economía, pero que por incompatible finalidad de postulados surtió el efecto contrario provocando una parálisis en el crecimiento; enrevesada reacción, que además de socavar los pilares del tejido productivo incrementó aún más el ya elevado nivel de desempleo.

Atendiendo a esta coyuntura, resulta irrefutable concluir que el desorbitado desempleo que padece el país, no es algo aislado ni el flujo de una eventualidad incidental, sino la consecuencia directa de una manera equívoca de concebir el desarrollo económico, de ahí su complejidad; pues no se debe obviar que sus causas son efecto directo del desmantelamiento empresarial suscitado por el inadecuado tratamiento aplicado a la recesión económica.
Desatinos que derivaron en una fatal combinación, cuya subsanación obliga a establecer remedios integrales, es decir, respuestas sistémicas de crecimiento, pues al margen de anecdotarios como la inútil reforma laboral, hay que aplicar fórmulas efectivas capaces de motivar la reactivación, y ese que no otro ha de ser el camino a seguir, ya que lejos de toda conjetura hemos de sentenciar que sin empresas no hay empleo.
En esta línea, los pasos deben dirigirse a forzar un cambio en el patrón de crecimiento de nuestra economía, que por eficacia funcional, se obliga a contar con el acompañamiento de un plan de ordenamiento y diversificación de los sectores productivos, y la implícita transformación de los canales de financiación de las actividades empresariales, una nueva programación de estabilidad, que dejando atrás el actual deterioro facilite la consolidación de alternativas de evolución. Esta resolución es obligada, como réplica social a las recusables e infructuosas medidas políticas aplicadas por el Ejecutivo del PP, que en el transcurso de su mandato, no hizo mas que promocionar la economía de casino favoreciendo la especulación financiera de los mercados y de las entidades bancarias en detrimento de la economía productiva, en cuyo ámbito la destrucción de empleo tomó idéntica suerte que el desmoronamiento empresarial.
El objetivo no se plantea fácil, debiendo asumirse que esto no se resuelve a corto plazo, pero también admitiendo que de persistir en la tónica actual, el largo plazo será el punto de encuentro de un desierto empresarial donde la falta de soluciones de empleo se mezclará con la pobreza, para forzar el tránsito colectivo camino de la emigración.



sábado

31

agosto 2013

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Empleo, un objetivo quimérico.

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A poco que pasen los días y el estío vaya llegando a su fin, también el barómetro estadístico se verá afectado por el cambio estacional, y el descenso del mercurio no solo influirá en la térmica ambiental, sino también en el desempleo, cuya alteración revelará que aquella alardeada reactivación de meses atrás, lejos de suponer un cambio de tendencia en el mercado laboral como indebidamente apuntaba el Gobierno, la realidad es que tal espejismo se debía única y exclusivamente al ‘efecto verano’, es decir, al influjo de arrastre ocasionado por la temporalidad turística y las campañas agrícolas de marcada estacionalidad.
De ahí que ahora, cuando a la estadística hemos de cepillarle el polvo de la contaminación política es obligado poner límite a la distorsión, pues al mostrarse la evidencia, los hechos indican que aquella hipotética generación de empleo fue tan solo una fábula del PP, un abultado de provisionalidad en la marcha imparable de la destrucción del tejido productivo, y lo que es mas grave, una muestra incontestable conforme la economía española en su actual tesitura será incapaz de crear empleo neto en términos desestacionalizados.

A pesar del negativo impacto de resultados y que las previsiones no auguran cambios en positivo, lejos de asumir que por la vía de recortes y ajustes es imposible ganarle el pulso al desempleo, el presidente Rajoy, inmune al negativismo de las cifras y presa de un optimismo enfermizo, opta por darle la espalda a la realidad manteniendo continuidad con el contrasentido, por medio de otra inútil reforma laboral y el acompañamiento de una inservible ley de emprendedores.
Parches ineficaces, como resulta de todo marco legislativo que en materia laboral no traiga por escolta la garantía de financiación necesaria a los directos agentes de empleo, es decir, de las miles de pymes, autónomos y emprendedores; de tal modo, que mas que tener que debatirse en una interminable prórroga de subsistencia, puedan cumplir establemente su verdadero papel como auténticos dinamizadores de la economía y creadores de riqueza y empleo.

Para mayor abundamiento hemos de constatar que la actual ausencia de crédito amenaza con profundizar el calado de la crisis en razón a un mayor debilitamiento del tejido productivo, cuyo 99% de su estructura, está agrupado en micropymes y pequeñas y medianas empresas que por la cerrazón bancaria a prestar dinero, sumado a los problemas de precariedad financiera que la situación proyecta, acentúan el clima de deterioro, situación que de no remediarse de inmediato aventura el incremento de la destrucción de las actividades empresariales , y por consiguiente, el ascenso de los índices de desempleo.
Una sinrazón injustificable, desde el punto y hora que esto sucede una vez producida la capitalización de la banca española con inyección de ayudas públicas por más de 40.000 millones de euros, y que en teoría haría que fluyera el crédito y que la maquinaria de la actividad productiva volviese a ponerse en marcha.

La falta de interrelación efectiva entre el rescate bancario y la financiación empresarial, pone de manifiesto que a ojos del neoliberalismo imperante que rige los destinos del país, la economía real, mas que un objetivo preferente tiende a cumplir una función accesoria, dada su relegación a un segundo plano en ventaja de la economía especulativa como factor dominante.
Toda una maniobra de cortedad que desenmascara la falsedad del dogma neoliberal que plantea el rechazo de la intervención del Estado en la economía, por cuanto, la evidencia pone de manifiesto que el Estado actual, mas que el conjunto de una sociedad política y jurídicamente organizada capaz de imponer la autoridad de la ley, es un monopolio en manos de los mercados financieros, que carentes de estrategias de empleo imponen la factura de sus excesos, y tomando a saco el control, hacen que todo funcione en exclusiva ventaja de sus propios intereses, contando con el beneplácito y la colaboración necesaria del sector mayoritario de la representación política.

Por tanto, conducidos por un gobierno en funciones, carentes de autonomía financiera, perdido el derecho a decidir y con un Estado que mas que una solución resulta ser un problema; sumado a ello el afianzamiento del modelo neoliberal donde prevalece la protección de los capitales nacionales y extranjeros en detrimento del derecho al trabajo, en ese contexto enrarecido, es indudable que por mas medidas legislativas que se planteen en materia laboral por mas mensajes propagandísticos que se emitan, cada día que transcurra con este lastre a cuestas, la creación y estabilidad en el empleo mas que una posibilidad se antoja una quimera, salvo que la mayoría social apueste por la erradicación del neoliberalismo a través del reemplazo político y la derrota de los mercados especulativos.



viernes

1

febrero 2013

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Otro punto de vista del paro

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Últimamente no hacemos mas que hablar del paro y de sus consecuencias. Que si el paro sube, los recortes no ayudan, los bancos no dan créditos, los políticos no hacen nada ante semejante catástrofe, etc. Pero a mi me gustaría añadir otro punto de vista distinto a este tema de la crisis: la automatización.

Cada vez vivimos en un mundo mucho más automatizado en comparación con no hace mucho años. Estamos rodeados de máquinas y computadoras que hacen el trabajo en lugar nuestro y eso nos trae comodidad, bienestar y calidad de vida. Pero todo progreso lleva consigo un «pero» y en este caso es el aumento de paro. El trabajo que antaño lo hacían diez trabajadores hoy en día lo hacen una máquina y el operario. Antes en las gasolineras estaba el empleado que nos llenaba el deposito del coche de gasolina y el cajero que nos cobraba. Ahora nosotros mismos llenamos el depósito y el trabajador que está en la caja lo único que tiene que hacer es cobrarnos. Cada vez hay más supermercados donde se han empezado a suprimir las cajeras que nos cobraban la compra. Estos han sido sustituidos por máquinas automáticas, en las que lo único que debemos hacer es pasar el código de barras y pagar en la misma máquina.

Poniendo ejemplos podría seguir una eternidad. Sin quitar en absoluto importancia a lo que realmente nos ha llevado al paro y a la crisis, con este artículo quisiera añadir otro argumento más a la larga lista de causantes del paro. Me gustaría que la gente reflexionase y se diese cuenta que el progreso trae consigo pasos atrás en otros ámbitos y uno de los daños colaterales de la automatización es el aumento del paro por falta de puestos de trabajo. Nos tenemos que concienciar que cuando esto de la crisis mejore y empiecen a crearse puesto de trabajo, nunca llegaremos a una tasa de paro bajo, precisamente por lo que estoy comentando. Hemos dado prioridad al desarrollo en vez de a los valor humanos y es un precio que debemos pagar por ello.


miércoles

12

diciembre 2012

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España: Una fábrica de pobres

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Los últimos datos sobre el desempleo nos ubican en una posición dramática, pero no por el incremento del paro en si mismo, pues tal exponente sería un todo circunstancial si su motivación fuese una contingencia coyuntural. Lo verdaderamente trágico es que en este país una de cada cuatro personas que quieren trabajar no encuentran empleo. Antojándose si cabe mas angustioso, comprobar que esta desfavorable tendencia progresa en razón inversa a las «mágicas» recetas que el gobierno de Rajoy impuso unilateralmente como remedio paliativo al problema.
El fracaso de la política de empleo del actual Gobierno no puede ser mas estrepitoso, y su efecto perverso lo confirma el aumento del paro en un 11, 02%; referente de contraste desde la toma de posesión del PP. Al parecer el actual ejecutivo, está mas atareado en malgastar el dinero público maqueando las fechorías especulativas de la banca, que en dar solución efectiva a la mayor lacra social que directa o sesgadamente afecta al conjunto de la sociedad. Extremo que provoca una alarma social de primera magnitud, por cuanto, el grado de exclusión ha rebasado el limite tolerable, cuando los hechos delatan que además de los afectados nominales, más de 1, 8 millones de familias tienen a todos sus miembros en paro, agotando prestaciones y sin expectativas de futuro.

Cuando el sector inmobiliario como detonante de la crisis, provocó una desaceleración de actividad en amplios segmentos de la estructura productiva, antes de que su efecto se extendiese causando una ola de destrucción de empleo y de cierres de empresas, no era la reforma laboral el antídoto apropiado para la ocasión, sino, la puesta en marcha de un plan de medidas de transformación y reequilibrio intersectorial.
Un plan que sin ser una panacea de reacción automática, si ejercería como atenuante, evitando que los acontecimientos desbordasen la situación y que la tasa de paro alcanzase el actual 25, 03 por ciento de la población activa, cuya repercusión cifrada es de 5.785.396 personas desempleadas, nuevo record y la cuantía más alta de todos los tiempos.
De este cómputo, coincidente con la llegada al Gobierno del Partido Popular, el paro ha aumentado en 800.000 personas, período, al que hay que añadir igualmente 836.000 puestos de trabajo destruidos por extinción de actividad empresarial.
Después de cinco años de crisis, luego de un lustro de continua destrucción de empleo; los datos expuestos echan por tierra el postulado de quienes insisten en defender la política de férreos recortes como método generador de reactivación económica y de la creación de empleo. Por cuanto, es indiscutible que la prorroga de esta inútil rutina lo único que acentuará será el efecto contrario, es decir, reafirmará el estancamiento económico y el persistente desempleo, cuya trayectoria se hará mas pronunciada y ascendente, aspectos, que causarán dinámicas de mayor empobrecimiento, abultando los actuales conflictos de cohesión social y destrucción del tejido productivo.
Aplicar fórmulas de realidades opuestas como remedio a los problemas de nuestra singular idiosincrasia es desechar toda alternativa de solución. Por tanto, si la intención del gobierno fuera afrontar seriamente el problema del desempleo, en vez de utilizar fraudulentas hipótesis, debiera hacer uso del rigor entrando en las causas de su origen, para así, realizar una diagnosis realista, promoviendo en razón a su contenido políticas coherentes, argumentadas y sustentadas.
Se ha de detener el proceso, se debe mudar la tendencia reorientando el actual modelo neoliberal y aplicando en suplencia soluciones reales, pues resulta un despropósito fundar las expectativas de creación de empleo en la reactivación de la perniciosa economía especulativa cuando es de sobras conocida que tal elección además de ser la solución de nada, ampliará el tiempo perdido, a la vez que agravará el estado de desempleo convirtiendo al país en la mayor fábrica de pobres de Europa.
Va siendo hora que los miembros del Ejecutivo se percaten y sepan que por encima del problema del desempleo está el verdadero detonante del mismo, la verdadera causa del conflicto, que no es otra que la inexistencia de mercado laboral. La crisis se ha llevado por delante el 20 % del tejido empresarial y mientras ese tejido no se reponga continuará en ascenso la elevada tasa de paro; interrupción escasamente probable al proseguir la desaparición interminable de la masa empresarial creadora de puestos de trabajo cuyo alcance cifra un significativo 24, 6%.

Rescatar la estructura productiva y reajustar su diversificación sectorial, esta ha de ser la finalidad esencial, y mientras la Administración tan solo esté atenta a los mandatos de la Europa financiera, relegando este objetivo transcendental al ostracismo, no solo continuará el desempleo sino que incrementará su ascenso de forma incesante.

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domingo

19

febrero 2012

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Anacronismo Reformista

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Mantener invariable la inadecuada estructura de nuestro sistema productivo, es el mayor freno a la dinamización del mercado laboral, y de no emprender con celeridad la necesaria diversificación sectorial, el desempleo se disparará hasta índices desmesurados, por cuanto, la aplicación de las medidas contenidas en la reciente reformar laboral no surtirán ningún efecto positivo.

Cuando uno analiza la reacción política ante la crisis, al pronto concluye que los llamados a poner remedio a su negativo influjo no han tomado auténtica magnitud de su alcance, y por tanto, las soluciones aportadas más que eficaces son una sucesión de contrasentidos que delatan su manifiesta incapacidad para la articulación y aplicación de las acciones paliativas que la situación requiere.

Contrariamente a lo actuado, no debiera ser la reforma laboral la estrella protagonista en este escenario de turbulencias, por cuanto, estrictu sensu, el verdadero problema no atiende al mercado de trabajo sino a la interrupción en cadena de la actividad empresarial como consecuencia sobre todo de la restricción de los créditos por parte de las entidades financieras, resultando elocuente que desde el 2008 a nivel de estado la destrucción del tejido productivo alcanzó las 170500 empresas que desaparecieron de los registros de la Seguridad Social, principalmente PYMES. Es decir, que en los últimos cuatro años el índice de mortandad empresarial fue equivalente al crecimiento de la década precedente y supuso la pérdida de más de 2,2 millones de empleos.

La potencialidad del actual modelo productivo a efectos de rescatar o crear empleo está agotado, por eso, cualquier alusión a la reforma laboral como dinamizador de empleo es una rotunda incoherencia, por cuanto, no fue la legislación en materia el factor causante del descomunal índice de desempleo que soportamos, sino la disfuncionalidad que acentuó el desequilibrio de los principales sectores que conformaban el tejido productivo, cuya inercia fue el detonante de la crisis que colapsó el mercado laboral.

Equivocan el diagnóstico quienes toman por referente de empleo la reconquista del pasado reciente y ello hace que el contenido de la reforma laboral, por si sola, resulta ser una terapia inútil. Las medidas para mitigar el desempleo no pueden basarse en el rescate del anterior soporte productivo , y su eficacia debe contar con las garantías de erradicación permanente de la desmesurada volatibilidad de la tasa de desempleo y el impedimento para que futuras recesiones provoquen una nueva destrucción en cadena de puestos de trabajo, siendo por tanto obligado dirigir los objetivos a la creación de empleo productivo, estable y de calidad.

Reflexionando sobre lo dicho, cabe referir que para adelgazar el desempleo hasta el promedio de la Unión Europea, la solución no es otra, que afrontar de una vez por todas el «cambio de la estructura productiva», cuyo implícito, pasa obligatoriamente por el reajuste de los distintos segmentos del modelo productivo y por la intervención reguladora de los recursos de los mercados; pues los hechos pusieron de manifiesto su descalabro cuando funcionan sin control fiscalizador, y para contraste revelador basta remitirse a lo ocurrido con el sector de la construcción.

Los artífices de la reforma, sostienen que la liberalización de las relaciones laborales creará un ascenso del empleo, declaración que no deja de ser una ocurrencia de los afines a la ortodoxia liberal, pero en este caso exenta del mínimo rigor, pues la aplicación de medidas estructurales de esta envergadura, previamente, demandan un reconocimiento exhaustivo del tipo de crisis a la que nos encaramos, al fin de dar respuestas adaptadas a sus características, y a tenor del contenido del decreto regulador, los autores del mismo, despistan algo tan fundamental como conocer desde qué parte de la economía vienen los problemas, pues si realizasen este ejercicio, caerían en la cuenta que nuestro desempleo tiene más que ver con la estructura productiva que con la regulación del mercado de trabajo.

Esta vez, el ejecutivo del estado apostó por sustituir el necesario cambio del modelo productivo, por la escenificación de una reforma laboral tan nueva como inservible, y con eso, dio un paso atrás en la solución del principal problema del país, con el agravante de aplazar en el tiempo, el inicio de una transformación de todo punto ineludible.
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