NECESITAMOS BUENOS GESTORES
La virulencia de la crisis, además de dejar en la indigencia a un número nada despreciable de la población, ha puesto al descubierto entre muchas otras cosas, lo mal gestionada que ha estado la riqueza generada en nuestro país fruto del esfuerzo y el trabajo de muchas generaciones. Esos responsables, que han dilapidado la riqueza del país a lo largo de los años, tienen nombre y apellidos. Por lo decepcionante que resulta, hago especial mención de una parte de nuestros dirigentes políticos que quisieron perpetuarse en sus cargos ,manejando con ligereza y poco criterio los fondos que les llegaban vía impuestos de los ciudadanos , subvenciones de otras instituciones o de créditos innecesarios o de difícil justificación. La lógica de las inversiones que se han hecho en pueblos y ciudades , pone en tela de juicio la capacidad de muchos de ellos para ejercer la tarea para la que fueron elegidos. Muchas de las infraestructuras y de los servicios de que se dotaron los municipios se han demostrado innecesarias o sobredimensionadas. No debería descartarse la obsesión de una buena parte de ellos en hacerse publicidad o alimentar su ego entregándose con vehemencia a proyectos de dudosa rentabilidad.
Reconozcamos en esta reflexión sólo la punta del iceberg. Nuestros bancos de proximidad, aquellos que antaño, te trataban con exquisitez invitándote a sentar para ofrecerte todo tipo de productos financieros, jugaron un papel muy importante en el descalabro económico y social que ahora nos persigue hasta en los sueños. Actuar desde la amoralidad y la falta de ética les dio buenos réditos que no tardaron en aplicar a sus contratos blindados, sus indemnizaciones personales con prejubilaciones de lujo. Apreciados lectores, seguimos siendo el país del “Lazarillo de Tormes”; lástima que siempre se escriba del pícaro pobre que realiza pequeñas trampas para ir tirando y no se profundiza sobre la gran picaresca empresarial que aprovecha una reforma laboral indigna para seguir haciendo negocio.
Los grandes problemas del país requieren de gestores incorruptibles, con un alto valor moral y gran dignidad personal para acometer las políticas que se necesitan realmente: Perseguir hasta el agotamiento a los grandes defraudadores y evasores fiscales, controlar de manera eficaz y exhaustiva las operaciones bancarias y los movimientos bursátiles, plantearse y acometer de una vez por todas las reformas necesarias para cambiar el modelo productivo de nuestro país y hacer bien las cosas para que poner en jaque aquellos que explotan creando una lucrativa 4 dimensión, que es la economía sumergida.
Los recortes son medidas propias de quien se siente perdido y mediocre. Fáciles de tomar y aplicar pero que nos conducen a una sociedad crispada, desencantada y, finalmente, agonizante. Hay quién pensaba que las grandes fortunas (acostumbradas a identificarse con los amores patrios arrimarían el hombro). No ha sido así.
Muchos son como aquel mal capitán de barco, que al observar que la embarcación se hunde, se aprovecha de su posición dominante y coge el primer bote y pone rumbo a otra parte
Carles Martínez
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