Dado el título algo escabroso de este artículo, he querido antes dejar al lector una definición correcta y concisa del significado de Parlamento español:

• El Parlamento español son las Cortes Generales, constituido y regulado en el Título III de la Constitución. De acuerdo con ella, son las representantes del pueblo español. Está compuesta por: el Senado, Cámara Alta; y el Congreso de los Diputados, Cámara Baja.

En representación del pueblo español, ejercen los aspectos esenciales de la soberanía nacional:

• Poseen la potestad legislativa
• Aprueban los Presupuestos Generales del Estado.
• Controlan la acción del Gobierno.
• Y desempeñan el resto de funciones que les atribuye la Constitución.

Al leer esta definición, escueta pero clarificadora, pienso en el perfil, tantas veces inadecuado, de los que lo componen:

Es frecuente que:

• No sean demócratas. Por extraño que parezca
• No sean personas amantes de la libertad. Son totalitarios
• No sean defensores de la vida. Aborto. Pobreza.
• No sean ciudadanos de paz. Defienden el terrorismo.

Y muchos son desmedidamente agresivos y violentos.

• No son, tan siquiera en algunos casos, personas sociables, educadas y civilizadas.

Entre ellos abundan también los que:

• No defienden la familia. Más bien la atacan y menosprecian
• Ni defienden la honestidad. Abundan los corruptos.
• Ni el estado del bienestar.

Solo lo utilizan para atacar las ideas de los demás.

• Tampoco defienden el trabajo. No se habla de crear empleo.
• Ni los problemas de los jóvenes, ni los de los ancianos.
• Y en muy poco valoran la cultura.

Tampoco defienden adecuadamente:

• Las tradiciones de los ciudadanos.

Ricas tradiciones de: ciudades, pueblos y barrios.

• Nuestro patrimonio: cultural, artístico y monumental.
• Y por supuesto, nada en absoluto, las convicciones religiosas.

Algo habrá que hacer para que mejore el perfil de nuestros representantes en las instituciones. Sino acabaremos todos en el foso de la inmundicia, muy lejos de los ideales democráticos.

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