Cartas al Director

Tu voz en la Red

jueves

8

noviembre 2012

2

COMMENTS

Al salir del supermercado

Publicado por , Posteado enOpinión

Hoy, al salir del supermercado, una señora que parecía que esperaba a alguien, con un abrigo gris de buen corte, se giró y se dirigió a mí. En un primer momento pensé que me pediría la hora o algo así de banal entre dos personas de “clase media”. Pero pronto vi sus ojos, su mirada que reflejaba una profunda vergüenza, y un dolor insoportable. Me dijo: por favor, ¿puedes comprarme algo de comida? Me quedé sin palabras y ella pensando que debía darme algún tipo de explicación, me contó rápidamente que su marido estaba enfermo y no podía pagar el tratamiento y que su hijo no tenía trabajo. Le pregunté qué necesitaba porque en el fondo, me seguía pareciendo que hablaba con alguien que se había olvidado de comprar el azafrán. Sus palabras, casi susurradas para que no se le escapase entre ellas la poca dignidad que creía que le quedaba, me devolvieron a la realidad. Leche, pan, lo que usted pueda- me dijo. El alma a los pies. Cuando salí y le di la bolsa, se empañaron sus ojos, y los míos. Ni siquiera pude decirle ánimo. Nudo en la garganta. Algo se ha roto. Malditos bancos, malditos políticos, maldito neoliberalismo, darwinismo social.

Volví para casa con el corazón acelerado. Quería llorar, no, gritar. Podía haber sido mi madre, o la tuya. Pero nunca será la madre de Rajoy o la de cualquiera de su calaña, no, porque es más, todo lo que defienden y a los que defienden se enriquecen precisamente robando a estas personas, robándonos. Nos roban nuestro dinero con la corrupción, no pagando impuestos, teniendo sus bienes en paraísos fiscales, rescatando bancos, subiendo el I.V.A, haciéndonos pagar no una ni dos sino hasta tres veces por un medicamento. Nos roban la dignidad al destruir empleo, al hacernos pagar por una deuda que no es nuestra, sino de ellos. Nos roban la esperanza. Y, a muchos, les empezarán a robar la vida.  Ojalá exista ese dios que la mayoría de ellos usan como abanderado de la falta de libertades, porque les juzgará a todos. Mientras, la justicia en la tierra sólo existirá si unimos nuestras voces y decimos basta.

Había oído el caso de ese hombre en Grecia que se suicidó en una plaza pública para que todos supiesen que, después de trabajar toda la vida, se negaba a buscar comida en la basura, quise pensar que era una excepción. Había oído que si la situación no acababa de explotar en España era por la fuerte cohesión familiar que tenemos, aunque para eso quedaba poco, y quise pensar que esa situación realmente no llegaría.

Pero ha llegado. Hoy, al salir del supermercado, una señora que parecía que esperaba a alguien, con un abrigo gris de buen corte, vago recuerdo de lo que fue hasta no hace mucho su vida, me pidió que le comprase comida, “leche, pan, lo que pudiese”, con vergüenza, casi susurrando para que no se le escapase el hilo de dignidad que creía que le quedaba. Si no es a ti, le pasará a un vecino, a un amigo, a un familiar. Pero ha llegado ese momento. Hoy lo he visto. ¿A qué estamos esperando?

2 Comentarios

  1. Héctor
  2. MARENAS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *