Nací en Almería y en caso de que me preguntaran en referéndum si estoy a favor de que Cataluña se independice, diría que sí. La independencia de Cataluña y del País Vasco parece ser uno de los asuntos mal resueltos de la transición democrática y es evidente que si los catalanes y los vascos realizan una consulta democrática en ese sentido, merecen todo el respeto.
Almería, como tantas provincias de España y al contrario que Cataluña y el País Vasco, ha sido marginada tradicionalmente por el estado. Ha sido la última ciudad de la Junta de Andalucía a la que ha llegado la autovía y los invernaderos fueron un éxito a pesar de la incredulidad y la falta de apoyo de las administraciones.
Cuando los vascos y catalanes insisten y vuelven a insistir que les oprimimos y les robamos, me produce un gran hastío. En realidad, creo que la necesidad de independizarse de las dos comunidades responde al peor de los espíritus gregarios (somos diferentes, somos mejores y ellos son malos). Pero es un sentimiento arraigado y, ya se sabe, con los sentimientos no valen los argumentos racionales.
Lo que más me preocupa es que se plantee la secesión catalana en plena crisis y por motivos puramente económicos. Imagino que cuando la consigan se darán una serie de situaciones muy problemáticas. Por ejemplo, bastantes funcionarios de la administración central que trabajen en Cataluña se encontrarán con que no tendrán trabajo y los pensionistas no sabrán quién les tiene que pagar su dinero. Será un tiempo extraño en el que los catalanes abundarán en su victimismo, porque querrán que la independencia sea un buen negocio. También es posible que durante un tiempo, el resto de españoles (entre ellos yo mismo) nos veamos perjudicados económicamente y decidamos no comprar productos ni depositar nuestro dinero en bancos catalanes. Sin embargo, será un periodo de oportunidades en ambos estados porque desaparecerán y se crearán muchas empresas.
Pero pasará el tiempo y nos olvidaremos de los malos momentos. Se las ingeniarán para que siga habiendo partidos de fútbol entre el Barcelona y el real Madrid. El Corte Inglés, de origen madrileño, continuará presidiendo la Plaza de Cataluña en Barcelona. Las autoridades se harán visitas oficiales en las que abundarán en los lazos históricos que unen al estado español y al catalán. A Artur Mas los suyos le erigirán estatuas en las calles y aparecerá de forma destacada en los libros de texto catalanes. Puede ser que, incluso, algunos catalanes sean más felices porque consiguieron su ansiada independencia; otros, en cambio, se preguntarán que para qué se independizaron. Seguramente, acostumbrados al victimismo, seguirán quejándose, pero esta vez de Europa porque la progresiva integración en la Comunidad Económica les haya dejado sin muchas competencias. Y en fin, en Almería viviremos más tranquilos porque ya no tendremos que soportar la cantinela de que les robamos y les oprimimos.