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febrero 2014

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Dolor y amor, aceptación y vida

Publicado por , Posteado enOpinión

El día once de febrero, festividad de la virgen de Lourdes, se celebro el día mundial del enfermo. Esta celebración es importante teniendo en cuenta la importancia del dolor en nuestra vida. No hay duda de que todos sufrimos a causa de la enfermedad y de que ese sufrimiento no es siempre llevadero, ni es tampoco siempre aceptado y casi nunca entra en nuestros cálculos.

En muchas ocasiones produce en nosotros un traspiés evidente, dejando un sello del cual a veces no llegamos a recuperarnos nunca. Es por ello por lo que el día del enfermo es conveniente que reciba una especial atención, para que nos ayude a caer en la cuenta de que el dolor en sus diversas manifestaciones forma de una u otra forma parte esencial de nuestra vida y qué tenemos que aprender a afrontarlo; como sabéis la vida es un continuo trasiego de dificultades que hay que superar y vencer o al menos aceptar.

En muchas ocasiones es sólo la fe y las creencias las que mantienen muestra vitalidad en los momentos críticos.

Pues bien, en ese día once de febrero recibí la carta de un amigo enfermo. Un enfermo de parálisis cerebral con evidentes muestras de las dificultades de psicomotricidad que padece y con el añadido de una enfermedad mental producida quizás por las dificultades anteriores.

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Al final la luz

En ese día: Francisco  Jesús Ballesteros  Prieto, mi amigo,  me dice lo siguiente; me dice personalmente a mí, pero a través de mi quiere hacer llegar a los demás un mensaje de esperanza; dice así: “Es muy difícil creer estas palabras que os voy a decir, mis queridos hermanos, pero el dolor y la enfermedad, no es más que una vocación más dentro de nuestra iglesia, igual que la del sacerdocio, vida consagrada o matrimonio.

Es una vocación a la que nadie nos gustaría estar llamados, pues no es agradable responder a ella, pero es la que por voluntad de Dios hemos recibido, no debemos sentirnos desgraciados, ni desdichados, sino todo lo contrario felices y contentos, porque Nuestro Señor, nos ha elegido a nosotros, para que por medio de nuestra enfermedad y dolor, prediquemos y demos testimonio de su Evangelio, incluso en una planta o habitación de hospital, y nos lo ha pedido a nosotros porque sabe que somos los únicos que vamos a responder a esa llamada.

enfermedad

Cruz y esperanza

Finalmente deciros que cuando estemos graves o en servicios hospitalarios en los que no podamos ser acompañados por nuestros familiares y/o personas queridas, (como pueden ser U.C.I., unidad de agudos de Salud Mental, etc), e incluso que por nuestra seguridad nos quiten nuestras cosas y símbolos externos personales, lo que nunca nos podrán quitar es la compañía física y real de Dios, y nuestra Fe en Él. Por lo que no debemos temer nada, aunque como personas suframos, pero con Él nada nos ocurrirá”.

Y así termina su mensaje mi amigo; y ahora qué os puedo yo; os puedo decir sólo una cosa, que junto a los caminos del dolor están los caminos de la esperanza. Si hay un mínimo de aceptación del dolor, por parte de la persona, Dios añade siempre el aditivo imprescindible y eficaz de la esperanza.

Si, por el contrario: no aceptas, sigue habiendo dolor pero ahí no tiene cabida la esperanza. Francisco Jesús es un ser humano que vive y sabe vivir en las cercanías del dolor pero junto a él sabe descubrir el horizonte de la esperanza; un horizonte  lleno de vibrantes expectativas y de bellos parajes, en donde se descubre la felicidad, la felicidad terrena y mejor aún la felicidad eterna; dos caras de la mejor de las monedas: la moneda del amor.

Amando: siempre, siempre, el dolor se transforma en alegría; en alegría y paz. Prueba y comprueba y verás con contundencia la positiva eficacia del resultado. No te arrepientas de amar, ya que en el amor está la vida.


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