CONFIANZA EN LA VIDA (corregido)

El crecimiento en conciencia, aunque ascendente, no es lineal y se parece más a una montaña rusa que asciende, con subidas y bajadas. Esas fases de descenso, que consideramos “negativas”, no debiéramos juzgarlas como “malas”, debiendo comprender por el contrario que son necesarias para hacernos conscientes de nuestras sombras, para realizar nuestro proceso de crecimiento consciente.
Quiero pedir perdón desde estas líneas, a aquellas personas que se hayan sentido juzgadas en mis escritos. En algún caso –como cuando he criticado a los que se reenganchan, por ejemplo– me he dejado llevar por el encono, no buen compañero de viaje, desde luego, pero la intención que suelo mantener en mis críticas no es –y lo expreso aquí meridianamente claro– la de ir en contra sin más (negativa), sino hacer consciente la raíz, las causas que están en el origen de nuestros problemas.
Porque no podemos andarnos con miedo, ni tampoco abordar la curación con pañitos calientes como solemos decir, sino que debemos comprender y aceptar que, cada uno de nosotros, debemos llevar a cabo una profunda transformación de nuestra forma de ver las cosas, y extender luego la nueva consciencia adquirida.
Comprender, también, que el bien y el mal, aunque nos suene muy raro, no existen. Lo que existen son cosas, aspectos, más o menos convenientes para nuestro progreso humano evolutivo. Lo que consideramos “malo” ha sido también necesario, aunque no es necesario que persista. Que es mejor, antes que tarde, abrir los ojos, comprender que hay que cambiar de ciclo. Y como solía decir Jesús de Nazaret: “No podemos poner el vino nuevo en odres viejos” y confiar siempre en la vida (“Mirad los lirios del campo…”)