Cartas al Director

Tu voz en la Red

Daily Archive: febrero 5, 2014

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febrero 2014

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Lo aprendí de mi madre

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A lo largo de la vida se aprenden muchas cosas, algunas muy buenas y otras  desgraciadamente no tan buenas y además aprendemos de mucha gente; pero las cosas que mejor recordamos son las que hemos aprendido de nuestra madre y aun mejor aquéllas que aprendimos de niños. Mi madre nació en Andújar. Jaén. España. El día del Perpetuo Socorro de 1928. Era la más pequeña de cinco hermanas; quedó huérfana de padre a los siete años, debido a los altercados previos a la guerra civil española. Su madre tuvo que hacerse cargo de las cinco hijas, por lo que tuvo que pasar muchas penalidades. Su hogar era un hogar cristiano, en donde se vivían las virtudes, algunas heroicamente; en aquel hogar había: respeto, cariño, amor, educación, sencillez… Los Padres Paules les habían inculcado unos valores espirituales y humanos que hicieron que estas cinco mujeres fueran un ejemplo de: honestidad, honradez, amabilidad, laboriosidad, feminidad, sacrificio y amor por todos y especialmente por los pobres y los necesitados; sabían rezar y sabían querer, y sabían atender a la gente con cariño y si era necesario con ternura. Pues de ellas, y especialmente de mi madre, aprendí yo  esas virtudes. El sacrificio, como de mucha gente que tuvo que atravesar el período de guerra civil en España, formó intensamente parte de sus vidas y con el sacrificio adquirieron la reciedumbre, la fortaleza y el saber valorar con alegría las cosas pequeñas de cada jornada. Mis vivencias de joven se enmarcaron dentro de ese ambiente cordial que se respiraba en mi casa, cordialidad que lógicamente habían adquirido mis padres a lo largo de su vida; ellos supieron aprender, cada instante, de las vicisitudes de aquellos años difíciles; y ese aprendizaje tenaz, de un día y otro, de penurias y contrariedades, de sinsabores, pero también de muchas alegrías, dejó huella en ellos y dejó huella en mi. Todo esto se llevaba adelante siguiendo el ejemplo de Jesucristo; Jesucristo era para mi padre y para mi madre un modelo inestimable sin el cual la vida no tenía sentido. Mis padres a cada instante respiraban el sentido cristiano de la vida, y así lo aprendimos nosotros sus seis hijos: cuatro varones y dos hembras; allí en el estanco de la Corredera Capuchinos, junto a la calle Pablillos y frente a la calle San Lazaros. Muchas fueron las oraciones que aprendí de boca de mi madre; pero siempre, en el momento de la Comunión Eucarística, me viene una especialmente, una oración que dice así: «Alma de Cristo santifícame, cuerpo de Cristo sálvame, sangre de Cristo embriágame, agua del costado de Cristo lávame, pasión de Cristo confórtame, oh buen Jesús óyeme, dentro de tus llagas escóndeme, del maligno enemigo defiéndeme,  no permitas que me aparte de Ti, en la hora de mi muerte llámame y mándame ir a Ti para que con tus ángeles te alabe por los siglos de los siglos, amén”. Y otra especialmente tierna, dice así: » Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes sólo que me perdería». Siempre al rezarlas me acuerdo de ella. Y para terminar decir que los recuerdos, más importantes, que tengo de mi madre son: su cariño, su dedicación incondicional a su familia, su amor a los necesitados y su lealtad a sus creencias. Para ti Micaela un beso; un beso filial y por amor, de tus seis hijos, pues has sido una “pieza” extraordinaria: en el horizonte de nuestras vivencias, en la firmeza de nuestra fe y en el seguro anclaje de nuestra tan necesaria esperanza.


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febrero 2014

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Aún ahora, en España: sin miedo y a por la vida

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A por la vida: sin miedo, como los valientes, como los idealistas, como los soñadores, como los hombres que están cautivados por la claridad del horizonte, como los personajes legendarios que brillan por su grandeza y su espíritu aventurero. Todos con espíritu joven y corazón vibrante, ilusionados, ansiosos de nuevas conquistas; llenos de fe y anclados en la esperanza. Buscando la felicidad por el cauce certero de la verdad y con los seguros andamios que nos construye la libertad, la honestidad y la sensatez.

Lejos de la inmoralidad y de la corrupción de los poderosos y su comparsa de parásitos y de indeseables. Lejos de la carroña de los orgullosos y de los soberbios. Lejos de mentiras y de los que usan la envenenada dialéctica del engaño. Lejos de la vanidad de este mundo trasnochado, desalentado y sin aliento. Lejos de esos pobres avaros codiciosos y mezquinos…

Y siempre, siempre al lado del que se acerca con humildad para pedirnos eso que ellos no tienen y a nosotros quizás nos sobre; cerca: de los atribulados, de los faltos de vivienda, de los que perdieron hace años el tan necesario puesto de trabajo; cerca de los que confiaron en los bancos para dejar sus ahorros  y se han hundido en la tierra movediza de la maldad humana; cerca: de los desesperanzados, de los apocados por el desaliento, de los tristes que ya han perdido la luz en el horizonte de sus vidas.

Y tú que esto lees, sitúate en el complicado puzle de este panorama que he presentado y dime qué te hace falta, si ponemos empeño entre todos se resolverá, y vendrá una brillante etapa de calma, de sosiego, de abundancia, de trabajo, de paz, de armonía … Y volveremos a los años de la prosperidad y la bonanza y auparemos de nuevo a lomos de la felicidad y nuestros hijos conseguirán sus objetivos y si Dios quiere volveremos a ver el panorama verde, muy verde de la nueva esperanza, la esperanza de una verdadera nueva conquista, la conquista real de nuestros tan anhelados logros. Esos logros que de nuevo llenarán de belleza el hasta ahora incierto horizonte de nuestras vidas.